Creo que he tenido un buena educación en mi infancia en este sentido, cosa que le agradezco tanto a mis padres como a mis abuelos y al resto de personas que me han enseñado con tanto amor y cariño.
Como ya os comenté en este post, en mi casa siempre hemos vivido rodeados de los aromas que inundaban la casa y que provenían de los bizcochos o pasteles que mi madre hacía.
También tengo esta educación olfativa gracias a las vivencias en el campo y con los huertos gracias a mi padre, abuelos y tíos, como os comenté cuando hablé de mi pequeño huerto urbano.
Unos de los aromas más importantes para mí son los del limón y lavanda, ingredientes que no faltan en mi casa y menos en mi cocina.
Pues bien, vamos a hacer una receta con estos ingredientes que será un regalo tanto para nuestro paladar como para nuestro olfato.
Ingredientes:
Para el bizcocho:
125 g de mantequilla
2 o 3 cucharaditas de ralladura de cáscara de limón
1 cucharadita de flores de lavanda
1 taza de azúcar
3 huevos
2 tazas de harina con levadura
1 taza de yogur natural
Para el almíbar:
1/4 de taza de zumo de limón
2 cucharadas de miel
Ya sabéis que la mantequilla que voy a utilizar es sin lactosa y el yogur también.
Las dos cucharadas de miel se pueden cambiar por dos cucharadas de azúcar. La miel que he utilizado es de lavanda.
Preparación:
Precalentamos el horno a 180ºC.
Preparamos el molde para hornear, puede ser cuadrado o redondo de 23 cm o en el molde donde hacemos pan. Lo engrasamos con mantequilla y espolvoreamos un poco de harina para que luego nos sea fácil desmoldarlo.
Preparamos los ingredientes y utensilios que vamos a necesitar para hacer el bizcocho. Pesamos la mantequilla y rallamos la piel del limón. Picamos finamente las flores de lavanda para que desprendan los aromas de su aceite. Si queremos tener la harina ya tamizada ahora es el momento de hacerlo, o lo podemos tamizar cuando la necesitemos y así no usar tantos recipientes.
En el robot de cocina batimos la mantequilla, la ralladura de limón, las flores de lavanda y el azúcar hasta que esté espesa y cremosa.
Añadimos los huevos, uno a uno, a la crema anterior y mezclamos. Ya sabéis que a mí me gusta añadir una cucharada de harina junto al huevo para que la mezcla no se corte.
Agregamos la harina y el yogur a la mezcla anterior y batimos bien.
Vertemos la mezcla en el molde y horneamos durante 30 o 35 minutos. Yo suelo comprobar si está listo con un pincho o cuchillo, si sale limpio, lo saco del horno, si no, lo pongo unos minutos más.
Mientras el bizcocho se está haciendo vamos a preparar el jarabe o el almíbar. Lo primero, como siempre, es preparar los ingredientes, así que exprimimos el zumo de un limón y medio y sacamos la miel.
En un cazo a fuego lento cocemos los ingredientes hasta que la miel se disuelva y lo llevamos a ebullición durante 3 minutos sin remover. Apartamos del fuego y dejamos enfriar un poco.
Cuando el bizcocho esté listo, lo sacamos del horno, lo pinchamos y con la ayuda de una brocha lo pintamos con el almíbar.
Presentación:
Lo podemos servir directamente o lo podemos dejar enfriar.
Para acompañar a este rico pastel qué mejor que una infusión que combina la aromática especia del jengibre con el frescor cítrico del limón.
Si os gustan estos ingredientes podéis hacer también la Tarta rústica de limón. Recetas de Sarah Graham que ya compartí con vosotros.
Bon appétit!!!
Fuente: este post proviene de Pequeños Accidentes, donde puedes consultar el contenido original.
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