Caldereta manchega en olla GM D

Desde los siete años cuidaba cabras en los montes de su pueblo

Las condiciones de aquellos tiempos ya no eran las mismas

El frío, el miedo, sobre todo el miedo de aquel entonces, eso ya había pasado

Ahora estaba preparado para cualquier circunstancia, incluidas la soledad y el miedo

Aún recordaba aquella sensación de encontrarse sólo en el mundo, en un paisaje infinito

Nada le quitaba el frío ni el miedo, ni siquiera el pelaje de los animales ni de su perro

Todas las noches lloraba, cobijado en aquel chamizo por el que se colaba el frío y los ruidos de la noche

Con la primera claridad del día, se despertaba, se lavaba la cara de mocos y lágrimas, dejaba salir los animales del cobertizo y esperaba

Esperaba a su madre que le traía la comida

Era el único momento del día en que se preparaba para ser fuerte

Su madre no podía sospechar nada, debía mantenerse fuerte, la voz no le podía temblar al contarle cómo había pasado la noche, si había pasado frío, si había oído aullidos de lobos

Él intentaba desviar el tema y preguntaba por la comida: ¿qué me ha traído hoy, algo rico, Madre? ¿cómo está hoy la abuela?

Su madre lo sabía todo, se lo había contado muchos años después

La voz casi quebrada al despedirse de ella, los ojos brillantes con alguna lágrima en el rabillo del ojo

Ella no podía hacer nada. Todas los brazos eran necesarios para salir de la miseria que los roía

Ella le confesó que le quitaba comida a sus hermanas, a la abuela, a ella misma, para que él pudiera comer mejor, era lo único en lo que podía aliviarlo

Su madre tenía buena mano en la cocina

Sus platos parecían pequeños milagros, era imposible hacer comidas tan ricas con tan pocos alimentos

Aquella caldereta, eso si que era un milagro

Un auténtico milagro que sólo se repetía una vez al año, el momento de la matanza

Cuando tuvo la oportunidad de cambiar de vida no lo hizo

Los malos momentos quedaron atrás y ahora sólo disfrutaba de las cosas buenas que le ofrecía el vivir permanentemente al aire libre

En días con niebla, aún podía ver a su madre subiendo por el camino, con su pañuelo negro al cuello y un hatillo en el brazo, casi corriendo, con la vista puesta en el camino para no caer y una sonrisa dibujada en su cara cuando ya veía a su hijo

Tenía siete años



INGREDIENTES
1 kg de pierna de cordero deshuesada y cortada en cuadrados como de estofado
1 pimiento rojo
2 cebollas
3 dientes de ajo
1 cucharadita de harina
100 ml de vino blanco
100 ml de agua
3 cucharadas de tomate triturado
1 cucharada de vinagre
Perejil
Aceite
Sal
Pimienta

ELABORACIÓN
Cortar el pimiento en tiras
Cortar las cebollas en plumas
Pelar los ajos

En la cubeta poner 4 cucharadas de aceite
Menú Cocina
Dorar 2 ajos enteros
Retirar

Incorporar la cebolla y el pimiento
Sofreír 5 minutos
Retirar

Agregar la carne
Saltear la hasta dorar por tandas
Añadir la harina
Remover

Verter el vino
Dejar evaporar el alcohol

Agregar los 2 ajos dorados, el tomate, la cebolla y los pimientos
Salpimentar
Cocinar 5 minutos

Añadir el agua caliente
Cancelar menú anterior

Menú Carne 20 minutos
Tapa y válvula cerradas

Majar el ajo restante pelado con el vinagre

Acabado los 20 minutos de la olla, despresurizar manualmente

Añadir el majado
Remover
Dejar cocinar 5 minutos
Espolvorear con perejil

Receta adaptada de la revista Cocina Lecturas nº 106 pág.92

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