Una crema tremendamente suave que mantiene un fondo de queso perceptible pero nada incómodo. La acidez del mismo apenas se deja notar pero está ahí, y la verdad es que mola no tener la sensación de quesazo pululando por toda tu boca. Alguna vez nos hemos encontrado cupcakes con un intento de algo parecido, y era como estar lamiendo el pulgar del pie de un maratoniano tras su entrenamiento matutino. El puntito a mascarpone te hace recordar tímidamente el sabor del tiramisú italiano y eso nos hace esbozar un gemido de placer con cada bocado.
Para nosotros es la crema ideal para acompañar bizcochos de chocolate elaborados un componente de cacao puro importante, que habitualmente suelen ser un poquito menos dulce y más amargos de lo acostumbrado, de forma que la crema consigue mitigar esos sabores, suavizándolos y añadiéndoles el extra de dulzura. Un must have como acompañamiento de postres con frutas ácidas.
Como aspecto negativo, diremos que esta crema tienen cierta tendencia ponerse histérica y a venirse abajo al menor indicio de calor. De forma que si no disponéis de una nevera cerca lo lleváis crudo, especialmente si tenéis intención de usarla como copete en vuestros cupcakes. Se vendrán abajo tan rápido como un chulo de playa al que han cambiado sus anabolizantes por caramelos Sugus™. En la nevera aguantarán estoicamente su forma sin problema, algo que tampoco ocurría si fuera solamente nata montada (crema de leche).
INGREDIENTES
150 gr. de queso crema tipo Philadelphia™
125 gr. de queso mascarpone
200 ml. de nata (crema de leche) para montar
60 gr. de azúcar glass
Media cucharadita de extracto de vainilla concentrado
PREPARACIÓN
Como casi todas las cremas para relleno o para utilizar en cupcakes, la elaboración simplemente pasa por mezclar, mezclar y mezclar hasta conseguir una textura determinada. En nuestro caso, en primer lugar debemos conservar la nata (crema de leche) muy fría para que monte no se corte. Efectivamente, lo habéis adivinado, empezamos montando la nata (crema de leche) batiéndola con las varillas eléctricas.
En otro recipiente mezclamos el azúcar y los quesos con una batidora armada con varillas hasta conseguir una textura fina, y se lo añadimos poco a poco a la nata montada (crema de leche) con mucho cuidado para que ésta no se venga abajo. Es muy importante no utilizar la batidora en este paso y mezclar la crema con una pala empleando movimientos envolventes. Imaginad que trabajáis con nitroglicerina, esto dará vidilla a vuestras recetas aunque la ansiedad os restará minutos de la vuestra. Pequeños riesgos para grandes resultados.
Si observáis que los quesos hacen pequeños grumos y no conseguís una mezcla homogénea podéis emplear unas varillas manuales para mover la mezcla y disolverlos. ¡Ni se os ocurra usar la batidora eléctrica! Al final obtendréis una mezcla cremosa algo más suave que el queso de untar lista para llenar las mangas y empezar a rellenar con el amor de una madre y la gula de un niño en una pastelería.
Es importante que al trabajar con ella, si notáis que con el calor de las manos comienza a ablandarse en exceso dentro de la manga, la dejéis reposar unos minutos en la nevera hasta que vuelva a tomar consistencia, de lo contrario os encontraréis con cara de bobos, los zapatos chorreando y una frustración incomparable.
Bon appétit y felices frostings!