Fusilli con berberechos en salsa marinera en olla GM D

Desde que era una adolescente y tuvo que marcharse de su pueblo, nunca se había sentido sola

Marchó a buscar trabajo, difícilmente estudios, una vida mejor

Lo de la vida mejor, no lo tenía muy claro. Su vida ya era la mejor en su pueblo, en su aldea

Su familia, sus amigos, un pequeño pueblo en el que todos se conocían y se apoyaban en los momentos más crudos del invierno, cuando no llegaba ni lo más básico para poder vivir

Pero eso mismo, era lo que más añoraba

Metros de nieve cerrando los pasos habituales para llegar a aquella aldea. Todas las casas preparadas con las alacenas llenas, las chimeneas soltando humo día y noche para afrontar el frío tan terrible

Todos a uno. Durante esos meses se olvidaban las rencillas y todos estaban prestos para ir a casa de aquel que lo necesitara

Un tejado vencido por la nieve, la comida de los enfermos. Todos se convertían en veterinarios, médicos, cocineros, albañiles...

Pocas palabras y trabajo duro. Nadie se libraba de arrimar el hombro en aquellos meses de invierno

Ni los más pequeños, todos tenían sus tareas asignadas

Cuando se marchó, creía que se le partiría el alma, que estaría sola para siempre, que nada le devolvería la alegría

Pero desde emprendió el largo viaje que la llevaría a la gran ciudad y se montó en el último tren que la acercaría a su destino final, nunca se sintió sola

Habían pasado cuarenta años desde aquel día y sentía la presencia de su abuela como el día en que ella le dijo que se marchaba pero que siempre estaría con ella

El día que se subió al tren para no volver, lo entendió

Una leve brisa moviendo su vestido o su pelo, algo que se caía sin que hubiera alguien cerca

Sensaciones imperceptibles que a nadie podía explicar

Cuántas veces se había quedado dormida en el sofá y la había despertado el olor de su abuela

Un olor a montaña, a leña, a piel recién lavada

Esa era su costumbre, dormirse en el sofá, levantarse al llegarle ese olor que tanto había amado y querer creer en su presencia

Nunca se sintió sola todos aquellos años

PD Cuento inspirado y dedicado en Guadalupe Gutiérrez Parejo



INGREDIENTES
500 g de berberechos congelados o frescos
250 g de fusilli o de cualquier otra pasta corta
4 cucharadas de tomate frito
100 ml de vino blanco
Media cucharadita de pimentón
3 dientes de ajo
Perejil
Aceite

ELABORACIÓN
Si los berberechos son frescos, dejarlos en agua fría con sal toda la noche
En el momento de realizar la receta, sacar los berberechos con cuidado del agua, ya que la arena queda abajo
Aclarar con agua fría

Pelar y cortar los ajos en rodajas

Hervir la pasta en 2 litros y medio de agua con sal, 2 minutos menos de lo que indica el fabricante (6 minutos)
Despresurizar manualmente
Escurrir la pasta
Reservar

Poner aceite en la cubeta
Menú Cocina
Cuando el aceite esté caliente, dorar los ajos
Añadir el pimentón removiendo fuera de la olla, para que no se queme
Volver a poner la cubeta en la olla

Añadir el tomate frito
Añadir el vino blanco
Remover
Dejar evaporar el alcohol

Añadir los berberechos
2 minutos, hasta que se abran
Remover

Quitar la concha de la mayoría de los berberechos
El resto de los berberechos reservarlos para decorar

Añadir la pasta
Mezclar todo el conjunto

Espolvorear con perejil

Receta adaptada de Sabores y momentos







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