Iniciamos con el Día del Trabajo, que nos evoca la lucha para reivindicar el derecho a una jornada laboral justa y humana, así como a otros beneficios aunque sin excluir obligaciones y responsabilidades que debieran también cumplirse.
Después viene el 3 de mayo, Día de la Santa Cruz, fecha en la que se agasaja a quienes se dedican a la construcción, empezando por los respetables e imprescindibles albañiles y maestros de obra, pero que abarca también a los ingenieros y arquitectos. Por tradición, este festejo suele consistir en una comida compuesta de sabrosas viandas, ya se trate de unas buenas carnitas, una rica barbacoa de hoyo o unos sencillos, pero no por ello menos sabrosos, tacos de guisado, tlacoyos o quesadillas.
Seguimos con el 5 de mayo y la heroica Batalla de Puebla, fecha que conmemoramos la valiente defensa del ejército mexicano ante la invasión extranjera. Hay que rememorar y reconocer la valentía y capacidad estratégica de las tropas mexicanas frente a los soldados franceses que nos multiplicaban en número y capacidad armamentista. Claro que esta fecha también nos inspira para disfrutar el sabor de las chalupas poblanas, por no hablar del delicioso mole poblano, para celebrar tan heroico acontecimiento histórico.
Luego llega otro gran día: el 10 de mayo, Día de las Madres, que al margen de su connotación mercantilista no deja de ser una oportunidad para expresar el reconocimiento y la gratitud a la noble e invaluable tarea de las madres. No creo que sea necesario explicar por qué una madre suele ser la amiga más sincera que podemos tener, sobre todo cuando los malos tiempos repentinamente caen sobre nuestras espaldas; cuando la adversidad toma el lugar de la prosperidad; cuando sentimos que los amigos nos abandonan; en síntesis, cuando los problemas crecen a nuestro alrededor y nos agobian como la violencia que azota hoy al país, Y desde luego tener presente a las madres que trabajan y son sostén también de la familia.
Y bueno, volviendo al tema de los sabores, hay que recordar aquí que al rendirles tributo a las madres las festejamos con comidas familiares, ya sea dentro o fuera de casa, donde el menú se traduce en deliciosos platillos. Si nos ponemos tradicionales, seguramente habrá un exquisito mole, con su inseparable arroz (blanco, rojo o verde), y unas suaves y deliciosas tortillas, ricas aguas de frutas y, justo para rematar, un tradicional pastel, esponjosito y suculento.
Poco después, el 15 de mayo, llega el Día del Maestro, en el cual la tradición dictaba que niñas y niños llevaran entre sus manos una roja, dulce y jugosa manzana para honrar a sus esforzados educadores que cumplían día a día la misión de formar nuevos y buenos ciudadanos. En algunos casos esa tradición continúa, aunque en cierta medida se ha ido perdiendo. En la actualidad también se ofrece un convivio a los maestros, mismo que por lo regular organizan los padres de familia. Al respecto, he visto que en no pocos lugares se acostumbra preparar una deliciosa taquiza con ricos guisados, que culmina con una degustación de dulces mexicanos.
Esas son las fechas cívicas y sociales de mayo. Todas ellas, dignas de celebración. Pero, a la vez, en este quinto mes del año la naturaleza nos agasaja y hace llegar a nuestras mesas un caudal de frutas y verduras propias de la temporada primaveral, que tanto nos nutren y deleitan. Se trata de bienes que nos da la tierra y que debemos aprovechar para elaborar platillos y bebidas deliciosos y económicos, como las frescas ensaladas, los nutritivos y suculentos ceviches y salpicones, o las nieves y gelatinas que nos permiten sobrellevar con buen sabor el clima caluroso de esta época.
Celebremos, pues, que estamos en este rico mes de mayo, tan pleno de significados. Habrá que rememorar a nuestros héroes y refrendar el respeto por los también heroicos albañiles, sin dejar de reconocer la importancia única de nuestras maravillosas madres y la tarea imprescindible de las generosas maestras y maestros que nos aportan la luz del conocimiento. Todos ellos, en verdad, lo merecen. En esa ola de celebraciones y reconocimientos, démonos gusto lo mismo en la buena mesa que en la convivencia fraternal e inolvidable de la sobremesa.
¡ Enhorabuena ¡
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