Hace ya 2 años que el bar-restaurante KOKKEN se situaba entre los indispensables del panorama gastronómico bilbaíno, y parece ser que así sigue siendo pues desde su inauguración no ha parado de sorprender y hoy día sigue haciendo falta reservar con bastante antelación si no quieres quedarte sin mesa...
Se trata de un local pequeño y acogedor, con un interior cuidado, la terraza algo descuidada. Para un restaurante del nivel que pretenden ser deberían de mejorar algunas cuestiones de aspecto como mesas y cuberterías, así como menaje variado... De todas formas lo compensan con la comida.
Se trata de un menú sorpresa, elaborado con producto de temporada, de 4 platos principales y 1 postre (15,50 €) el cual puede alargarse a 7 platos (20,50 €) e incluso 9 (25,50 €). Medias raciones acompañadas de una jarra de agua (del grifo) en caso de que no pidas bebidas, a la que invita la casa (como para hacerte pagar por ello), y 5 rebanadas de pan (la jarra y el pan servido de tal forma me lo espero más de un restaurante para turistas y no clientela de diario, le quita algo de "glamour" vayamos a decir, teniendo en cuenta los precios que se cobran, con el de 15,00 € puede resultar comprensible, con los otros dos ya no).
Tal y como vemos en la fotografía superior, comenzamos con un "tar-tar" de atún (entrecomillado porque para ser tar-tar los cubos de atún deberían de ser más pequeños) con salsa de mango, coronado con brotes de mostaza, un pétalo de pensamiento parece ser y la indispensable tierra de aceituna negra que ya empieza a ser algo cansina, omnipotente en nuestros restaurantes. El atún, crudo, como se espera de este plato, se sirvió a la temperatura correcta, fresco pero no demasiado frío. La salsa, le acompañaba perfectamente, así como el ligero picante de los aros de cebolla roja, que iban en su justa medida. Los brotes no aportan nada al plato más que simple decoración, al igual que la tierra negra utilizada para vestirlo.
El entrante frío da paso al caliente, croquetas de gambas con salsa de tomate seco. Las croquetas, muy sabrosas, rebozadas en panko, con un potente sabor a gamba y la bechamel ligera (me esperaba cualquier cosa después de la mala experiancia en el Hotel Gran Bilbao...), la salsa parecía ser una especie de "mojo", seguramente elaborada en thermomix triturando tomatitos confitados y secos con algo de sal, aceite y agua. Una salsa potente, que acompaña de maravilla al pescado y el marisco, así como a la carne y a fritos variados.
Seguimos el orden y coherencia propios de un menú y pasamos al pescado, sepia (se hubieran agradecido txipirones que son más de aquí y de temporada también) a la parrilla con teriyaki y ali-oli (mayonesa triturada con ajo más que ali-oli). Buen plato de casi diez, la sepia con el ali-oli es un clásico, con un toque asiático y a la parrilla gana más, cocinada en su punto, tierna y templada, no muy caliente, como debe ser. El alga, una vez más, no aportaba nada más que decoración (aunque en este plato tenga más sentido que los brotes en el anterior) y el ajito picado en crudo resultaba redundante, el plato ya lleva el ali-oli y añadir más ajo aún no es muy buena idea.
Soy un fan incodicional de la casquería, y como tal, salí maravillado con la lengua de ternera (por la textura y sabor parecía haber sido cocinada a baja temperatura previamente, aunque puede que se haya cocido de manera tradicional) dorada a la plancha y napada con satay (salsa tailandesa de cacahuetes). La lengua extremadamente melosa, tierna, se separaban las fibras solo con el tenedor, mantequilla pura. La salsa suave, le iba que ni pintado, y el boniato confitado le daba un toque, aunque no es imprescindible. Una vez más abusamos de la decoración con brotes.
Finalmente pasamos al postre, bizcocho tres leches (uno de mis favoritos) sobre mousse de limón. La mousse de textura suave y espumosa, combinaba perfectamente con los frutos rojos y la acidez de ambos productos se veía compensada con el dulzor del bizcocho. El crumble o la tierra dulce que decora el plato le daba el toque crujiente que el necesitaba.
Nos quedamos en el menú de 5 platos, ya estábamos saciados, pero volveré para probar el medio de 7 platos y el menú largo de 9, que, sinceramente, me quedé con las ganas de pedirlos.
En resumidas cuentas, un restaurante para repetir, sin duda alguna, perfececto para comidas familiares pequeñas, negocios imformales, para ir con amigos, la pareja y con unas pocas mejoras también sería ideal para cenas y comidas de negocios más importantes. Como ya he dicho es un restautante con algunas asperezas que limar y podrían hacerlo mantenerse como uno de los restaurantes mejor valorados de Bilbao, que según TripAdvisor se encuentra en el 20 entre los 876 restaurantes registrados en la herramienta web. Aún tienen un largo camino que recorrer, pero lo ya recorrido ha sido con bastante éxito. Mi valoración personal, 3 de 5 tenedores según la escala The Traveller Cook, un lugar al que merece la pena ir a comer tanto si eres de Bilbao como si estás de visita en la ciudad o sus alrededores.
BAR RESTAURANTE KOKKEN: QUINTANA KALEA Nº3 (ANTIGUA PLAZA DEL GAS)
PRECIO MENÚ CORTO POR PERSONA: 15,50 €
PRECIO MENÚ MEDIO POR PERSONA: 20,50 €
PRECIO MENÚ LARGO POR PERSONA: 25,50 €
VALORACIÓN PERSONAL: 3/5 TENEDORES (MERECE LA PENA ACERCARSE TANTO SI ERES DE LA CIUDAD COMO SI ESTÁS DE VISITA EN BILBAO O ALREDEDORES)
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