Bueno lo que os cuento, cada día soy más exigente con la comida de la calle, es que a veces no hay derecho que te pongan las cosas que sirven o quemadas o crudas o cocinado con aceite ya muy usado o las famosas patatas bravas (unas patatas madrileñas como ellas solas, emblemáticas en las tabernas y bares de Madrid) pero que las copian mal en casi todas las regiones y les ponen de todo menos la salsa de las patatas bravas y encima los precios que vas pagando por ahí y que en el caso de haber comido bien no hay problema, pero si no lo has hecho sales mal comida y muchas veces pensando: "con este dinero hubiera yo comprado eso y mil cosas más y encima bien cocinado y más a gusto".
Cuando vamos a Madrid es casi la única tapa que pido: "una de bravas, por favor" pues en Andalucía ni las pido después de tantos intentos, quizá he tenido mala suerte y no he encontrado el sitio adecuado para esta tapa tan buena, se empeñan en ponerles salsa de tomate y las bravas madrileñas no llevan salsa de tomate, la salsa se hace con harina, pimentón dulce y picante, sal y vinagre. En fin, me comería ahora mismo dos raciones recién hechas y muy picantes con una caña de cerveza bien tirada y yo solita sin esperar a nadie...jajaja
3/4 kilo de Patatas pequeñas (de piel fina)
4 o 5 pimientos tipo italianos
2 latas de Atún en conserva
1 Cebolleta (cebolla fresca)
6 o 7 ramas de Perejil picado
5 o 6 cucharadas de Aceite de Oliva Virgen Extra
2 cucharadas de vinagre de vino
Sal
Se hierven las patatas con piel y un poco de sal, se escurren y cuando se hayan templado un poco se pelan y se cortan por la mitad.
Se ponen en un bol grandecito, se cortan la cebolla y los pimientos muy finos y se mezclan con las patatas, se ponen las dos latas de atún y se mezcla ligeramente.
Añadimos el aceite y vinagre y rectificamos la sal. Yo lo mezclo primero en un vaso así me queda bien repartido.
Por último ponemos el perejil picado pequeño y las dejamos una hora antes de servir para que tengan más sabor, bueno esto es recomendación, pues nosotros a veces nos las comemos recién hechas.
Deliciosas y las podemos comer solas de primer plato, de tapita de aperitivo o como acompañamiento de un pescado a la plancha o una buena carne.
Pues nada más, uno de los platos más sencillos de la cultura gastronómica andaluza y una verdadera delicia por lo sencillas que son, solo es necesario que todo sea de buena calidad y ya está, un éxito.
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