Descubrimos The Hood por casualidad, como casi todos los buenos sitios. Había quedado con mi amiga Eva para comer y planear próximas sesiones de fotos pero el restaurante al que íbamos estaba cerrado y como hacía frío y estaba a punto de nevar, nos metimos en la cafetería de al lado, con la única pista de que los cristales estaban empañados y en la pizarra ponía “Brunch”.
El sitio es muy acogedor, con muebles antiguos, probablemente rescatados de algún mercadillo de antigüedades, y pintado con colores suaves y el ambiente es muy calmado. Tan calmado que no hay que tener prisa para que te sirvan, lo que demuestra que todo es hecho en casa y al instante.
Por supuesto, nos pedimos el brunch: café o té a voluntad, zumo de zanahoria, manzana y jengibre, dos o tres bizcochos diferentes para elegir y… ¡gofres salados! Para mí es el punto fuerte, ya que nunca los había probado y son buenísimos. En este caso los sirven con queso crema, bacon, espinacas frescas, un huevo poché y un sirope de naranja que les da el toque especial. No hace falta decir lo rápido que desaparecieron del plato, a pesar de que estábamos hablando sin parar.
Llegando al postre… Mucha gente me preguntó qué era la tarta verde cuando compartí la foto en . Bueno, para mí fue también una sorpresa, así que tuve que pedirla: es chiffon cake (no sé si tiene traducción), súper esponjoso, y lo que le da el color verde es el pandan, una planta asiática de la que nunca había oído hablar y que contribuye a darle ese sabor suave y no demasiado dulce. La última vez nos decidimos por el pastel de zanahoria, que no por ser más conocido iba a ser peor… y no nos decepcionó.
¿Lo mejor? Es que todo lo hacen ellos y están dispuestos a explicarte todo el proceso, los ingredientes y recetas. Perfecto para una mañana de sábado relajada.
¡Está claro que volveremos!
The Hood está en:
Podéis seguirlos en su página de Facebook o en Instagram.