La verdad es que este mes estoy desatada. He asaltado a La rosa dulce la primera semana, es más, el segundo día de la primera semana de esta edición del asaltablogs.
Yo suelo ser una persona tremendamente planificada, no por naturaleza sino por instinto de supervivencia.
Hago demasiadas cosas, y si no me organizo con una agenda digna de una Ministra de Asuntos Propios, no llegaría a nada.
Porque descargar la agenda está descartado. Lo he intentado y no funciona. Tengo un otro yo perverso que agenda y calendariza actividades sin parar, y no he conseguido acabar con él – o con ella.
Y es que me queda un hueco, y seguro que hay algo con lo que me apetece llenarlo, siempre lo hay.
Aún recuerdo la última vez que me lo propuse en serio. Que tierna.
Me propuse bajar mi compromiso con el grupo de trabajo que había resultado de un viaje como brigadista internacional a Cisjordania, Palestina. Lo necesitaba casi casi para respirar. Y el grupo lo entendió, no fui la única en bajar el ritmo y sigo colaborando puntualmente con ellos, pero ya no a un ritmo frenético de actividad.
Momento que aproveché para hacerme coordinadora de mi grupo de consumo. Por si me aburría. Y para reforzar mi actividad en la entidad con la que colaboro desde el mismo año de mi viaje, en el área de exclusión [trabajamos con personas sin hogar].
Lo que en mi pueblo se diría: Un clavo saca otro clavo. Y ahí se queda.
Pero pensé, no importa, porque la actividad en el partido político al que dedico algún tiempo que me queda por ahí, ha bajado mucho. Y justo entonces me proponen para un minicargo local chusquero nabero, vamos, lo que es aparecer en la organización pero de pasada, sin tarjeta black ni de la otra. Hasta me pago yo el autobús cuando voy a las reuniones fuera de la sede, no digo más. Y me llevo mi bocata.
Esto no tiene tanto encanto como podía parecer.
Sobre todo cuando te haces de una corriente crítica en el interior de tu propio partido, y duplicas o triplicas las reuniones [porque militas, criticas y luego haces proselitismo de tu corriente crítica entre los tuyos], eso sí que mola. Creo que no nací para obedecer.
Mientras tanto, sigo en la lucha de un movimiento social cualquiera y en una organización por la defensa de la vivienda, también cualquiera. Que no se diga.
Tapar huecos, esa es la idea.
Así que ya podéis entender por qué soy tan escrupulosamente ordenada, que tengo en la agenda anotadas todas las fechas de las recetas, y a veces, hasta anoto cuando las voy a cocinar. Snif. Así es la vida!
Si no lo hiciera, me veo enviando un pollo asado y asaltado al #baketheworld, haciendo una ensalada dentro de un pan para #tiaalia que ese mes ha propuesto mandarinas confitadas, y comiéndome las mandarinas con cara desorientada en mi cocina tratando de recordar qué tenía yo que hacer con ellas.
INGREDIENTES
[4 PERSONAS, GUARNICIÓN APARTE]
Ternera en dados, 500 g
Salchichas frescas, 150 g [o bacon]
Cebolla, una mediana [100 g aprox]
Cerveza negra, 1 lata [330 ml]
Azúcar moreno, 1 cucharada
Vinagre, 1 cucharada
Mostaza antigua, 1 cucharada
Clavos de olor, 2-3 ud
Pan, una rebanada
Laurel, 1 hoja
Aceite, pimienta, sal
MODUS OPERANDI
En una sartén amplia y más bien alta [donde coja todo el guiso] doramos las salchichas cortadas en trozos. La receta original llevaba bacon, pero a mí me resulta muy graso y lo he sustituido. Las salchichas le dan un punto muy bueno, cambian la monotonía de la carne y son más ligeras. Las reservamos.
En el mismo aceite, doramos los trozos de carne ligeramente salados, y cuando estén hechos por fuera los retiramos y los reservamos con las salchichas.
En la misma sartén, doramos la cebolla cortada en juliana y ligeramente salada para que sude. Dejamos que se cocine durante 5 o 10 minutos a fuego medio, y cuando esté blandita, añadimos el azúcar moreno y damos un par de vueltas.
Devolvemos toda la carne que hemos reservado a la sartén, y le añadimos la cerveza negra, el vinagre, los clavos y la hoja de laurel.
Untamos la mostaza en la rebanada de pan, la colocamos sobre el guiso, tapamos y dejamos cocinar tapado durante 60-90 minutos [dependerá de lo tierna que sea la carne y del tamaño de los trozos]. Damos vuelta de vez en cuando. En este tiempo, el pan se deshará y espesará la salsa.