¿Qué pasa cuando ya no puedes ver lo que estas comiendo? ¿Cuándo el cerebro no tiene registrado previamente lo que vas a saborear?
El sabor es un sentido muy complejo. No se trata únicamente del paladar y la lengua para experimentar un sabor. Primero miramos lo que vamos a meter en la boca y con sólo verlo ya sabes casi siempre el sabor que lleva es ni más ni menos que la memoria gustativa. Si, por ejemplo ves un trozo de pera, ya antes de probarlo sabes cómo es la sensación de morderla y cómo será su dulce sabor. Luego, al acercarla a la boca sientes el olor y después la saboreas con todos tus sentidos.
Tuve una experiencia bastante emocionante y agradable la semana pasada. Me invitaron a cenar, pero no una cena como entendemos normal, es decir entre amigos o familia, sino una cena a ciegas. Cuando digo a ciegas no quiere decir luz baja con velitas, sino realmente oscuro sin las más mínima pizca de luz, ni un móvil, ni relojes digitales, nada de luz. ¿Sabes cuándo da totalmente lo mismo si tienes los ojos abiertos o cerrados? Pues, así.
Para empezar es una sensación muy curiosa no saber la forma del local, el tamaño, el color de las paredes y los muebles, cuantas personas hay etc. En segundo lugar estás dependiendo 100% de una persona, en este caso invidente, que te tiene que guiar en cada cosa, es decir te da la copa de vino en tu mano, te explica la forma del plato, te lleva al servicio etc.
Pero obviamente lo más curioso de la experiencia fue comer. En total oscuridad es algo difícil comer con cubiertos (por lo menos para mí) así que, comí con las manos. También da un extra toque a la experiencia porque al sentir los alimentos con tus dedos te haces una idea de lo que es. Tuvimos primero, segundo y postre con vinos diferentes para cada plato. Iba probando las diferentes cositas preparadas en el plato y muchas cosas adivinamos hablando entre todos, pero otras cosas no teníamos ni idea.
Es muy fuerte no saber si estas comiendo jamón Serrano o rosbif, si las bolitas son caviar o algún tipo de fruta, si la tarta sabe a frambuesa o fresa, si el vino es rosado o tinto (¡!). En serio, suena absurdo, ¡pero realmente fue así! Luego pudimos ver fotos de todo lo que habíamos comido y podías asociar el sabor y sensación con su imagen.Durante la cena yo no hablé mucho, estaba analizando mi entorno y enfocando la concentración en los sabores y la textura de cada alimento y los vinos. Una experiencia nueva y fascinante.
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Un saludo,
Rebecka