¿Qué madre no ha sufrido la “pataleta” de los hijos, ver su cara de repulsa cuando se le ha puesto delante un plato de verduras u hortalizas, de tal manera que consiguen que de una forma u otra evitan que se le pongan ése tipo de platos en su dieta? A mí personalmente, con uno de mis hijos me ocurría con los guisantes y con las espinacas concretamente.
Nunca supe si era el sabor, el intenso color verde o la textura.hasta hace unos años, que me contó que la señorita que trabajaba en casa, “su mariale” (así la llamaba cuando pequeña), la obligaba a comerlas (siguiendo mis instrucciones, debían de comer verduras sí o sí) cuando estaba en el menú y yo no me encontraba en casa. Hoy en día comer verduras lo tiene totalmente superado a excepción de los guisantes.
En “Mi Cocina” se consume mucha verduras y hortalizas, no dejo de introducirlas en mis platos, en mis recetas. Por cierto ¿alguna vez se han preguntado qué diferencia hay entre verduras y hortalizas, y por qué utilizamos los dos términos para referirnos a este grupo de vegetales? Seguro que sí, pero si hay alguien que no lo sabe les cuento:
Desde el punto de vista de la horticultura, se denominan verduras los alimentos de hojas verdes y los tallos tiernos. En este grupo se encuentra la lechuga, las acelgas, las espinacas, el apio, la borraja, etc. También se puede decir que las verduras son las partes verdes de las hortalizas.
Por otro lado, se define como hortaliza cualquier producto de la tierra que haya sido cultivado en la huerta y que no sea una fruta. Este término es más amplio que el de verdura ya que incluye las raíces, los tallos, los frutos, las semillas, los bulbos, las inflorescencias y las hojas, de aquellos alimentos vegetales cultivados por el hombre y que son aptos para ser consumidos. Las zanahorias, cebollas, berenjenas, pimientos, calabazas, calabacines, rábanos, son ejemplos de hortaliza.
Desde hace unos años, una de las más apreciadas hortalizas en mi cocina es la espinaca, ésta deliciosa verdura de pequeñas hojas, protagonista de muchos platos, sobre todo crudas en ensaladas. Hasta que descubrieron mis hijos lo deliciosas que quedan en las croquetas, desde entonces, me las piden una y otra vez.
Se desconoce qué cultura o civilización se encargó de domesticar la hortaliza, aunque se acepta mayoritariamente que comenzó a comerse en Persia (hoy Irán) y de allí se extendió por Asia, llegando a China en el siglo Séptimo como un regalo de la monarquía Persa a los emperadores Chinos. Unos siglos más adelante (en el siglo XI aproximadamente), los árabes introdujeron la espinaca en España, en donde tuvo gran aceptación y para el siglo XVI su cultivo ya se había extendido por una gran parte de Europa.
El origen de su nombre: Espinaca, del latín “spinachium”; o del árabe hispánico isbináẖ[a], este del árabe isbānaẖ o isfānaẖ, y este del persa espenāẖ.
No puedo negarme cuando me dicen: mami, hazme croquetas con espinacas, pero ésta vez sólo échale sólo piñones. Dicho y hecho:
¿Cómo las hice?
Ingredientes que vamos a necesitar:
200 grms de espinacas, 50 grms. de piñones, media cebolla blanca (tipo cebolleta),un vaso de harina de trigo, dos vasos de leche, una cucharadita pequeña de nuez moscada, sal, dos cucharadas soperas de mantequilla bien colmadas, una cucharada de aceite de oliva, dos huevos pequeños y pan rallado.
Los pasos a seguir:
Quitar la primera capa de la cebolla, picándola en trozos pequeños.
Lavar bien las espinacas y escurrir.
En una sartén echar la mantequilla junto con el aceite de oliva,
cuando esté liquida echar la cebolla pochando a fuego lento removiendo durante dos o tres minutos hasta que estén blanditas (cuidado que no se quemen ni se lleguen a dorar).
Agregar las espinacas y morearlas unos minutos, sin dejar de remover, a fuego lento, uno o dos minutos.
Echar parte de la leche y con el brazo de una batidora pasar de forma que quede lo más fino posible.
Echar el resto de la leche, remover bien a fin de que queden todos los ingredientes bien integrados, añadir la nuez moscada y salar al gusto.
Incorporar la harina, remover bien con unas varillas procurando que no queden grumos,(si queda demasiado seco pueden añadir un poco más de leche).
Continuar removiendo con una paleta de madera, hasta que espese y no se pegue en las paredes de la sartén. En ése momento incorporar los piñones, procurando que queden uniformemente unidos en toda la masa.
Hay que procurar que ésta no quede ni muy espesa, ni demasiado clara.
Pasar la masa a un recipiente, suelo usar una fuente grande.
Taparlo con film transparente especial para cocina, así no le saldrá costra y dejarla enfriar a temperatura ambiente.
La masa requiere un tiempo de reposo antes de darle forma. Yo suelo dejarla como mínimo unas cuatro o cinco horas.
Cuando la masa esté bien reposada y fría, retirar el papel film y con una servilleta de papel secar la posible humedad que quede sobre la superficien.
Ya en ése momento comenzamos a empanar las croquetas, para ello preparar los elementos necesarios:
Batir en un plato los dos huevos con un pellizquito de sal; es conveniente batir durante uno o dos minutos a fin de que no queden partes de la clara sin batir bien, ya que se quedarían adheridos a la croqueta y caerían al pan rallado al rebozarlas, y lo llenaría de grumos. Si esto ocurriera, retirar con las manos.
En un cuenco con bastante fondo (a ser posible de plástico para que se pueda manejar bien), echar el pan rallado.
Un plato llano y el recipiente donde vayamos a colocar las croquetas.
Lógicamente y es obvio, las manos tienen que estar bien limpias o usar guantes especiales para cocinar (los que suelen usar los cirujanos.).
Coger una porción de la masa con la mano derecha, posar la mano izquierda en el pan rallado quedando éste adherido en parte en la palma lógicamente.
Poner la masa en la palma y haciendo movimientos tanto con las palmas de las manos, como con los dedos, dando la forma de croqueta e ir dejándola en el plato llano. Unas al lado de otras, hasta que las tengamos todas hechas.
Ir empapando las croquetas (suelo hacerlas de siete en sietemanías que tiene una en la cocina) en el huevo batido de forma que queden totalmente cubiertas de huevo.
Cogerlas una a una, escurriendo y pasándolas al cuenco de pan rallado, haciendo movimientos envolventes con cierta “energía”, de forma que irán rozando unas contra otras quedando el pan rallado bien adherido, lisas y redondeadas.
Antes de freir las croquetas es conveniente dejarlas que tomen “cuerpo” en el frigorífico durante unas cuantas horas como mínimo. Suelo tener un recipiente especial para ello con su tapadera correspondiente.
En éste momento se pueden congelar, descongelando totalmente, a temperatura ambiente antes de freirlas.
A la hora de freírlas se puede hacer en sartén, una cacerolita con fondo o en freidora (ésta última es mi preferida, donde siempre las hago). Lógicamente aconsejo aceite de oliva y que el aceite esté bien caliente y siempre, durante toda la fritura, a temperatura constante.
No echar en el recipiente muchas croquetas a la vez (bajaría la temperatura del aceite y las croquetas quedarían grasientas) y que éstas queden sumergidas por completo en el aceite bien caliente como he indicado anteriormente .
Una vez fritas las croquetas (deben quedar bien doraditas), escurrirlas bien (la freidora ya tiene una cestita para sacar las piezas del aceite; si se usa sartén u otro recipiente usar un colador para freírlas) y posteriormente colocarlas en un papel de cocina a fin de que éste absorba el excedente de aceite.
¡¡ Cada vez que preparo croquetas me acuerdo de una amiga de mi hija, ella hace años me pedía (o yo le recuerdo que tengo que hacerlo) que le dedicara un día a hacer croquetas conmigo, que le enseñara como las hago !! Ésta entrada va dedicada a ella, a la dulce Sandra (Profesora, artista, amante de los animales y de la naturaleza, simpatiquisima, siempre con una sonrisa, dulce , amiga de sus amigos, bella persona......)