Tiene tantos beneficios para la salud que es imprescindible comerlos, y para que este alimento todavía sea más completo, en Platos de Cine hemos elaborado una salsa con ajo (antibiótico natural) y remolacha (llena de antioxidantes y una gran carga de vitamina C).
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Os dejo con la receta y el vídeo que os he preparado con todo el cariño.
ESPÁRRAGOS CON SALSA DE REMOLACHA
INGREDIENTES DE LA RECETA
15 espárragos.
4 remolachas frescas.
3 dientes de ajo.
2 huevos.
1 limón.
Aceite de oliva virgen extra, o de girasol.
Agua mineral.
Sal marina.
ELABORACIÓN DE LOS ESPÁRRAGOS
Cortamos un trozo del final del espárrago, y lo desechamos porque es un poco duro, a continuación los pelamos desde la punta al tallo. Es fácil y rápido. Los lavamos un poco.
Se ponen a hervir con un poco de sal durante 10 – 15 minutos. Reservamos y dejamos enfriar.
Una vez limpias ponemos a cocer las remolachas. Tiempo de cocción unos 45 minutos o hasta que estén blandas. Solo necesitaremos una, el resto lo guardaremos en la nevera con su agua de cocción para futuras ensaladas.
En un bol ponemos los huevos y una pizca de sal e iremos añadiendo poco a poco el aceite mientas usamos la batidora. Si te gusta un sabor potente utiliza aceite de oliva virgen extra, si lo quieres más suave puedes usar aceite de girasol.
Cuando la salsa vaya teniendo un poco de consistencia añadimos los dos o tres dientes de ajo y seguimos batiendo. Añadiremos entonces una de las remolachas y el jugo de limón hasta conseguir una mezcla perfecta. Es fácil y rápido.
Para finalizar pondremos nuestros espárragos en una bonita fuente y la salsa mahonesa morada en una salsera .
Y aunque parezca un poco prosaico mezclar jazmines con espárragos, si lo hizo Leonardo, al crear verdaderas obras maestras de todo tipo para luego meterse en las cocinas donde introducía carneros enteros dentro de unas inmensas ollas (en el libro, “Notas de cocina de Leonardo da Vinci“) seguramente no será tan descabellado que nosotros mezclemos unas cosas con otras. Al final ambas cosas nos las da la tierra.
Una anécdota graciosa que cuenta en el mencionado libro es la siguiente:
No hay sitio en mi cocina para cabras. Si está viva es hedionda y todo lo devora, incluyendo mis mesas y bancos. Muerta es aún más hedionda. Para deshacerte del hedor de la cabra, deshazte de la cabra.
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Israel Esteban
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