Hoy estoy asfixiada. Tanto querer que llegase el calor y cuando por fin llega cuesta soportarlo. Desde que tenemos este bochornazo no he vuelto a hornear. No he vuelto a hacer ni pan ni bizcochos. Como mucho pollo y algo de bonito ( hay que aprovechar la temporada) que se cocinan rápido. Pero nada que tenga que ver con la repostería.
Ya va siendo hora de que uticemos el azúcar invertido y como ya os he dicho que no estoy por la labor de encender el horno, lo mejor que se me ocurre es hacer helados.
Seguro que aún tenéis alguna tableta de turrón olvidada en el armario. En casi todas las casas pasa que llega el verano y todavía tenemos restos de la última navidad por ahí olvidados.
En algunas recetas que he consultado, he visto que lo hacían con leche entera y con miel. A ver, no nos engañemos, los helados, en líneas generales, si queremos que sean cremosos y con sabor, tienen que llevar ingredientes con un alto contenido calórico. Sin embargo, como lleva nata (crema de leche) con un índice de materia grasa muy alto, he utilizado leche semisdesnatada, que es la que usamos habitualmente en casa, y he cambiado la miel por azúcar pero en menor medida de la que tal vez se utilice. El turrón de Jijona ya lleva dulzor más que suficiente.
Lo hice utilizando mi súper máquina heladera del Lidl pero también os diré cómo hacerlo si no la tenéis que no siempre se tienen todos los aparatos.
¿Os animáis? ¡¡¡Nos ponemos el delantal!!!
Ingredientes
250 ml. de leche semidesnatada
250 grs de turrón de Jijona
60 grs de Azúcar invertido
1 cucharadita de extracto de vainilla
250 grs de nata (crema de leche) con 35% de materia grasa.
3 yemas de huevo
60 grs de azúcar
250 grs de nata (crema de leche) que reservaremos para montarla en picos suaves
Elaboración:
Como siempre comenzamos midiendo y pesando todos los ingredientes que vamos a necesitar. No improvisemos.
Ponemos una cazuela a fuego suave y en ella la leche, el azúcar invertido, el turrón desmenuzado y la vainilla. Removemos constantemente hasta que alcance una temperatura media. No es necesario que esté muy caliente, sólo templado.
Llegado a este punto trituramos con una batidora de brazo.
Mantenemos sobre la placa ya apagada mientras preparamos el siguiente paso de nuestro helado. Para ello tomamos un bol, la nata (crema de leche), las yemas y el azúcar.
Vertemos las yemas y el azúcar y batimos hasta que se integren bien y aclaren su color, es decir, vamos a blanquear las yemas.
Vertemos la nata (crema de leche)
Y de nuevo removemos hasta integrar.
Volvemos a la cazuela y añadimos con el cazo de servir parte de la mezcla en el bol de las yemas y removemos inmediatamente con brío para que se integren bien ambas mezclas.
Y la mezcla del bol la llevamos a la cazuela. Volvemos a ponerla al fuego suave y removiendo constantemente para que las yemas no se nos cocinen. Mantenemos así hasta que esté a punto de hervir. Entonces retiramos del calor.
Tras el paso anterior, la crema que tenemos ha espesado bastante. La echamos en otro bol y dejamos que enfríe a temperatura ambiente. Después es necesario llevarla a la nevera al menos 2 ó 3 horas.
Pasado este tiempo, ponemos la nata (crema de leche) que teníamos reservada en un bol.
Montamos en picos suaves y mezclamos con movimientos envolventes con la crema que hicimos anteriormente.
Ahora tenemos dos opciones: utilizar la máquina para helados es lo más sencillo, simplemente tenemos la precaución de tener desde el día anterior el recipiente o las jarras heladeras en el congelador y vertemos la crema cuando ya están funcionando las palas mezcladoras. Con 25 ó 30 minutos será suficiente para que pueda queda bien cremoso.
Después lo ponemos en un recipiente de cierre hermético y al congelador.
La siguiente opción es la de hacer el helado sin máquina. Para ello directamente ponemos la crema que hemos hecho en el recipiente hermético y durante las dos primeras horas removemos con una cuchara cada 15 ó 20 minutos. Este paso es muy importante para que no se cristalice.
Que lo disfrutéis.
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