Dentro de poco volveremos a tener tomates de temporada en el mercado y hay que aprovechar cuando los encontremos a buen precio para llenar la cesta con ellos.
No sólo hay que utilizarlos en las ensaladas o rallados en diferentes guisos. Es un producto muy versátil que se adapta a un montón de posibilidades.
Me gusta comprarlos muy maduros. Los compro en un invernadero por cajas. Así, puedo hacer tomate frito que después congelo repartido en frascos de cristal.
Como compro cantidades ingentes procuro buscar la manera de mantenerlo en conserva o congelado.
Hago jarras de gazpacho que dejo en la nevera y voy utilizando poco a poco, de entrante en una comida o cena o bien, como aperitivo, a media mañana o por la tarde.
Hoy os enseño la forma en la que hago con ellos mermelada. Es muy sabrosa, hecha como la hacían antiguamente, sin pectinas, siendo todos los ingredientes naturales y fáciles de tener en casa.
Puede utilizarse como acompañamiento de platos de carnes pero a mi como más me gusta es en las tostadas del desayuno con mantequilla o queso. Y si la rebanada es de pan casero…… por favorrr, estoy salivando!
¡¡¡ Nos ponemos el delantal!!!
Ingredientes:
1 y 1/2 kgs. de tomate maduro
500 grs de azúcar
1/2 limón.
Elaboración:
Disponemos los ingredientes ya pesados y con los tomates bien lavados.
Tenemos que empezar por pelar los tomates, para ello ponemos una olla con agua al fuego.
Cuando esté muy caliente pero sin llegar a hervir, cogemos un tomate al que habremos quitado el tallo, lo giramos y con un cuchillo, en la base, le hacemos dos cortes poco profundos en forma de cruz y lo sumergimos en el agua, apenas dos minutos.
Aconsejo poner pocos cada vez. Así nos dará tiempo a sacar uno y con cuidado, tirar de la piel desde la zona en la que hicimos los cortes que veréis que sale fácilmente, sacar el siguiente e introducir otros dos tomates en el agua mientras pelamos el segundo tomate.
No es tan liado como parece en la explicación, de verdad que bien coordinado va súper rápido. Sólo tendremos que tener cuidado de no quemarnos los dedos con el agua caliente.
Ahora hay que retirar las semillas que tienen en el interior y trocearlos en tiras como de dos ó tres centímetros de ancho.
En un cuenco colocamos los tomates ya troceados junto con el azúcar y el zumo del medio limón. Removemos todo bien y lo cubrimos con film transparente. Ahora tiene que reposar varias horas en la nevera. Lo ideal es dejarlo reposar toda la noche para continuar por la mañana.
Este es el aspecto que tiene nuestra mezcla después del tiempo de macerado. El tomate ha liberado un montón de agua y lógicamente pierden volumen las tiras que hicimos.
Ponemos una sartén a fuego suave y en ella vertemos nuestra mezcla
Tenemos que remover constantemente con una cuchara de madera para que no se pegue el tomate al fondo de la sartén. Seguiremos un buen rato hasta que veamos que al pasar la cuchara por el diámetro de la sartén queda marcado un rastro.
Aconsejo no dejarlo demasiado porque corremos el riesgo de que al perder mucha agua durante la cocción, después cuando enfríe, la mermelada quede dura y no la podamos extender.
Ya tenemos hecha la mermelada. Ahora toca embotarla.
Rellenamos los tarros que deben estar bien esterilizados y secos. Hay quien los hierve unos minutos y luego los deja enfriar. Yo no me complico la existencia y lo que hago es directamente lavarlos en el lavavajillas y con el calor del lavado quedan perfectamente esterilizados.
Ponemos dentro de una olla, en el fondo, un paño sobre el que pondremos los tarros boca abajo y cubriremos con agua para luego llevarlos a ebullición durante unos diez minutos. A ver, yo aquí como soy una exagerada, los tuve veinte, pero no creo que sea necesario tanto.
Los tarros se giran para que se haga bien el vacío y no se estropee la conserva.
El paño en el fondo de la olla lo ponemos porque si no chocarían entre sí los tarros durante la ebullición y podrían romperse.
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