No con el esplendor de cuando vivían mis abuelos
Entonces vacas, gallinas, conejos, ocas, viñas y un inmenso huerto componían el paisaje de mi niñez
Aunque no lo pareciera, cada uno tenía papeles muy bien definidos
Mi abuelo, en aquel pequeño tractor, yendo y viniendo de un campo a otro
Mi abuela se ocupa de las vacas y del resto de los animales
Mi madre con sus conservas y patés y de atender a los posibles clientes que se acercaban a la granja a comprar todos aquellos productos que nos daba la tierra
Mi padre pasaba las horas entre la huerta y en arreglar cualquier desperfectos o contratiempos, que no eran pocos, que pudieran surgir. Tejados, cercas, etc
Yo nunca me aburría. Después del colegio y según me apeteciera, me montaba con mi abuelo en su tractor y me enseñaba a llevarlo
Ayudaba a mi abuela a entrar a las vacas al establo o a conseguir reunir a las ocas sin que ninguna me diera un picotazo
mi madre me explicaba pacientemente la importancia de las conservas. Con ellas nos alimentábamos todo el año y sacábamos un dinero en los mercados de los pueblos más próximos
Lo que más me gustaba era estar con mi padre. Mirando siempre al cielo, preocupado por el tiempo. Ver con que mimo miraba y cuidaba cada planta. Me decía lo importante que era que lloviera o por el contrario que no lo hiciera
El tiempo, siempre a merced del tiempo
Se enfrentaba a cada topo o pulgón con determinación
Me hablaba de magia. De la magia de ver crecer en la tierra todas aquellas plantas. Me transmitía su entusiasmo
El primer declive de la granja empezó cuando los abuelos ya eran mayores. Ya apenas podían ocuparse de las viñas y de los animales
Las ocas, las vacas, las viñas, fue lo primero que desapareció a pesar de que mis padres se multiplicaban por cuatro
Cuando yo me marché a estudiar a la gran ciudad, la granja seguía funcionando pero ya se habían vendido algunas parcelas de tierra. El tractor también. Ya no era necesario
Las exigentes leyes europeas tampoco ayudaron. Lo que ayer era bueno para el campo hoy ya no lo era. Fueron muchas granjas, como la de mis abuelos, las que desaparecieron o quedaron como casas de veraneo para los nietos que quisieron conservarlas
Para mi, volver después de mis estudios fue lo normal. Desde el momento que me marché sabía que lo haría
No había hecho ninguna promesa ni tenía ninguna deuda que cumplir
Aquel lugar era mi vida y quería que siguiera siéndolo
No volví solo, sino con la que ahora es mi mujer
Sin darme cuenta le transmití a ella la pasión que me había transmitido mi padre por aquella tierra
Volví con muchas ideas
Cuando senté a mis padres para hablarles de ellas se miraron y se echaron a reír
Me sentí frustrado. Les estaba planteando un proyecto que no podía fallar, acorde con los tiempos y que, con tesón, saldría adelante, y ellos se reían
"Hijo, nos estás explicando lo que hemos hecho en esta granja durante toda nuestra vida. Más moderno, si, pero lo mismo. Lo que te enseñé"
Y era verdad
La única diferencia era que aunaríamos la fuerza de la tierra con la tecnología
Haríamos de nuestra granja una granja ecológica y enviaríamos nuestros productos allá donde nos lo pidieran
Buscamos un logo, unas etiquetas que hicieran visibles nuestros productos, buscamos una empresa de distribución y creamos una web
Empezamos por ahí porque lo demás, el resto, ya lo sabíamos hacer
Han pasado tres años. Nuestra empresa va viento en popa. Mis padres parece que han rejuvenecido
Mi hijo intenta seguirme a todos lados
Intenta esconderse entre matas que son casi más altas que él y cuando cree que no lo veo arranca un tomate y se lo come o con sus manos regordetas intenta desgranar una vaina de guisantes
Y cuando ve un nubarrón lo señala y me mira para ver si es bueno que llueva o no
INGREDIENTES
Para la masa
500 g de harina
1 cucharadita de levadura
200 g de azúcar glas
250 g de mantequilla
6 yemas de huevos
2 cucharadas de nata (crema de leche) para montar
Para el relleno
6 manzanas
200 g de azúcar
2 cucharaditas de canela
3 cucharaditas de zumo de limón
Azúcar glas para decorar
ELABORACIÓN
Mezclar la harina con la levadura
Añadir la mantequilla a temperatura ambiente y en tacos pequeños
Añadir el azúcar glas
Amasar
Añadir las yemas y la nata (crema de leche)
Seguir amasando
Separar la masa en dos partes
Pesar la masa. Dividirla en tres partes.
Hacer una bola con dos de las partes y guardar en la nevera envuelta con papel film
La otra bola guardarla en el congelador envuelta también con papel film
Durante una hora
Pelar y descorazonar las manzanas
Laminarlas
En una cacerola, poner un poco de agua y las manzanas
Cocer durante 15 minutos a fuego lento, sin remover
Pasado el tiempo de cocción, añadir el azúcar, la canela y el zumo de limón
Remover con cuidado con movimientos envolventes hasta mezclar
Colar y desechar el líquido
Reservar las manzanas
Pasada una hora, sacar la masa de la nevera
Preparar la cubeta
Poner papel horno en el fondo y que suba 2-3 dedos por las paredes
Poner la masa al fondo y con la ayuda de los dedos ir cubriendo todo el fondo
Menú Horno 8 minutos + tapa horno mismo tiempo a 180º
Dejar enfriar fuera de la olla
Cuando la masa esté templada, verter la manzana encima y repartir uniformemente
Sacar la masa del congelador y rallarla
Una vez rallada la masa, repartirla por encima de la manzana
Menú Horno 50 minutos + Válvula abierta + Tapa abierta (ver vídeo explicativo aquí Menú horno y el pitorro misterioso)
Tapa horno hasta dorar (unos 10 minutos aproximadamente)
Dejar enfriar
Decorar con azúcar glas
Receta adaptada de Los postres de mami
Los consejos de La Farsa
*Si os sale E3 no os preocupéis. Cancelar menú, esperar 2-3 minutos y volver a programar con normalidad
*Para rallar la masa mejor que utilicéis un robot de cocina, cuesta hacerlo con un rallador normal
*Para amasar he empezado en un bol grande con las manos, pero cuesta bastante ya que se desmiga, así que he seguido en un robot de cocina con los ganchos de amasar
*La mantequilla dejarla un buen rato fuera de la nevera, será mucho más fácil para amasar
Es una preciosidad de tarta