En busca del rastro de la cerveza

Es una de las bebidas más consumidas en España

cerveza y pescaito
España siempre ha sido un país con tradición cervecera. No parece entonces descabellada la teoría que dice que fue por la Península por donde se introdujo la cerveza en Europa, mucho antes de que los pueblos germánicos rindieran culto a esta bebida única. Actualmente no se tiene la certeza de cuál puede ser su lugar de procedencia, aunque sí se tiene constancia de civilizaciones muy antiguas, tales como los egipcios, los romanos e incluso los fenicios, en las que se consumía una bebida muy similar.

En España evolucionó de forma diferente que en otros países. Después de que se convirtiera en una bebida característica del país y de que se importara por los pueblos germánicos en sus progresivas incursiones por la Península Ibérica, tras la llegada de los musulmanes, su consumo descendió enormemente. No se pudo recuperar hasta que Carlos I subió al trono español, trayendo consigo maestros cerveceros y una cultura por esta bebida que fue calando poco a poco, pero muy profundamente, en la sociedad española.

 

Actualmente su uso generalizado tanto en España como en el resto de Europa queda fuera de toda duda. Han tenido que pasar más de 4.000 años para que el hombre tuviese la certeza de las múltiples propiedades que posee la cerveza, aunque ya en el siglo XVI se dijese: `aumenta las fuerzas, es de gran mantenimiento, aumenta la sangre, provoca orina y ayuda a hacer cámara, laxando el vientre´, especificando algunos de sus beneficios que luego han defendido los especialistas.

 

La salud con la cerveza

cerveza
Algunos de los elementos nutricionales básicos y más necesarios para nuestro organismo se hallan en la cerveza, y su consumo moderado puede hacernos mejorar nuestra salud. Empezando por las vitaminas del complejo B, que interfieren en el sistema nervioso y en la formación de hemoglobina facilitando también los procesos de digestión, hasta el ácido fólico tan esencial para nuestro organismo. Pero no nos podemos olvidar, ya no sólo de los nutrientes de los que está compuesta la cerveza, sino de los efectos que produce su ingesta.

Además de los efectos euforizantes de cualquier bebida alcohólica, por lo que se ha de beber con moderación, con la cerveza tomamos además una fuente extra de antioxidantes que nos ayudan a mejorar nuestras defensas ante problemas cardiovasculares, además de evitar el envejecimiento del organismo.

En una sociedad de culto al cuerpo como la nuestra, pocas cosas importarán tanto como la adaptabilidad de la bebida de la cebada y el lúpulo a una dieta determinada. Es aquí donde la cerveza se revela como la mejor opción para dietas hiposódicas, y su alto contenido en fibra soluble la hace ideal para complementar cualquier régimen hipocalórico ya que promueve la secreción de jugos gástricos y facilita la digestión, supuestos siempre entendidos con un consumo moderado.

 

Maridajes

cerveza y tapas
A pesar de sus raíces culturales o de las diferentes propiedades terapéuticas de esta bebida, hemos de reconocer que actualmente el consumo de la cerveza se debe más a un contexto lúdico que a posibles aplicaciones nutritivas. La gastronomía, sin embargo, se ha ido interesando por la cerveza, obsoleto ya el prejuicio de que era una bebida con menor valor que el vino a la hora de acompañar determinados platos. De hecho, su maridaje es una de sus características más llamativas y diferenciales respecto a otras bebidas. Su característico sabor la sitúa como un excelente acompañante de muchos platos en los que el vino queda totalmente descartado, como es el caso de cualquier aliño con vinagre.

Existen platos que por su contenido graso dejan cubiertas las papilas gustativas con una capa oleosa (como los huevos o las recetas con mucha grasa) que impide saborear los alimentos posteriores, y la cerveza supone un excelente limpiador del paladar. Los escabeches, picantes, ahumados, los platos especiados o ciertas verduras irreconciliables con otras bebidas, hacen de la cerveza su complemento, la perfecta compañera. Estos potentes platos necesitan a menudo una bebida con la misma fuerza que equilibre los sabores en el paladar.  

Por favor, sírvamela bien

cerveza con pollo
No se nos puede olvidar señalar que cualquier bebida, independientemente de su calidad, deberá ser servida siempre en las condiciones óptimas de degustación, y la cerveza no es ninguna excepción. Algunos de estos valores cambian según el tipo de cerveza, como la temperatura ideal de la rubia que ronda los 5º o la de la negra que se sitúa por los 11º. Cómo se tira una cerveza es otro de los factores que intervienen para una buena degustación, ya que este proceso es determinante para la consistencia de la espuma y para la actividad del gas carbónico.

Son polémicas las discusiones sobre el tirado de la cerveza, cuál es la inclinación acertada o la distancia entre el tirador y la copa. Suelen venir dadas por la confrontación de dos costumbres de servido diferentes, de zonas geográficas distantes. A pesar de todo, los entendidos en la materia como la Asociación de Cerveceros de España consideran que a la hora de servir la cerveza no se debe hacer en un vaso de cristal congelado, ya que el exceso de frío nubla dos de sus características más valoradas: el gas y la espuma.

Cuando acabemos de degustar correctamente la cerveza, con un plato picante como acompañamiento, mientras pensamos en la antigüedad del consumo de esta bebida, posiblemente llegaremos a la misma conclusión que D. Rafael Ansón (Presidente de la Academia Española de Gastronomía): `la cerveza se nos revela como una bebida sugerente, alternativa y envuelta en multitud de variantes que enriquecen su consumo´. Probablemente a esas alturas quizá sólo se nos ocurrirían cosas como `cómo con algo tan simple se puede conseguir algo tan completo´.

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