Continúo con la serie de entradas navideñas, esta vez volviendo a los orígenes con una receta. La he llamado “toma 1” porque aunque fue un éxito de público, la crítica (o sea, yo) no quedó tan satisfecha y hay ciertos aspectos que me gustaría pulir la próxima vez que la prepare.
El año pasado recogí el testigo de mis padres por primera vez y pasé a ser yo la que recibía a la familia en su casa por Navidad. Siempre me gusta que los platos que preparo salgan bien y que todo el mundo se quede contento, pero esta vez, al ser anfitriona novata, quería que fuera más cuidado y especial todavía. Algo que hago siempre que vienen mis padres es preparar comida francesa por eso de que se sientan bien acogidos (a lo mejor la opinión de mi madre está algo sesgada, pero dice que aún no ha probado un magret de pato mejor que el que comieron en mi casa para mi 30 cumpleaños). Como ya le habíamos dado una oportunidad al magret, para la comida de navidad decidí atreverme con el confit de pato siguiendo esta receta que me pasó Jodi, mi amiga y co-équipière de quedadas cocinillas.
Nos encontramos este belén tan impresionante en Notre Dame.
Ingredientes (para 4 personas)
– 4 muslos de pato
– 1 tarro grande (yo de 4oo gramos) de grasa de oca
– sal gorda
– 6-7 patatas medianas
– 3 dientes de ajo
– especias (tomillo, laurel, menta, pimienta) al gusto
Instrucciones
– cubrir los muslos de pato con la sal, frotando bien y asegurándonos de que se quedan bien cubiertos; envolver en film de cocina y reservar en la nevera 12 horas
– al día siguiente, desenvolver y aclarar los muslos en agua fría para quitar la sal; secar bien con papel de cocina
– derretir a fuego lento la grasa de oca en una olla de base ancha
– añadir los muslos con la parte de la piel hacia arriba, cubrir con la grasa, tapar y cocinar a fuego bajo (70 – 80 ºC) durante 2 horas
– sacar los muslos de la olla y escurrir en un colador grande, reservando la grasa que los cubre sobre la fuente donde los vamos a cocinar
– colocar los muslos en la fuente y dejar enfriar hasta que la grasa solidifique formando una capa gruesa alrededor de la carne
– picar los ajos y cortar las patatas en rodajas finas y colocarlos en la fuente del horno bajo los muslos; espolvorear con las especias
– cocinar en el horno a 200 ºC durante 30 minutos, con la parte de la piel hacia arriba, hasta que esté dorada y crujiente
Y ahora, mis comentarios al respecto. Aunque a priori no es una receta excesivamente difícil, tiene un par de trucos que pueden ahorrar algún minuto de drama en la cocina. Yo soy de las que piensan que no hace falta tener millones de instrumentos y accesorios para cocinar bien, pero en este caso eché de menos una olla de base ancha, donde los cuatro muslos quedaran bien cubiertos por la grasa, y un termómetro de cocina, para controlar bien la temperatura de cocción.
Mi segundo consejo es que tengáis cuidado cuando dejéis los muslos a enfriar con la grasa. Lo mejor es cubrirlos con una capa fina, ya que si hay demasiada, tardará mucho tiempo en solidificar y os retrasará a la hora de seguir cocinando.
Pero por lo demás, la comida fue un éxito. Además de las patatas cocinadas junto con el pato, serví la carne con una ensalada templada, acompañada con un salteado de champiñones, frutos secos y tomates confitados. El vino lo puso Sonia, invitada especial de navidad, y el postre fue turrón que me trajeron mis padres. Gracias a la buena compañía se me acabaron olvidando esos pequeños fallos, que la carne podría estar menos hecha y las patatas un poco más y me acabé centrando en lo importante.
Por circunstancias de la vida y de última hora, este año volvemos a pasar las fiestas en París y ya tengo el menú pensado y probado, para evitar sorpresas de última hora. Como siempre, la visita está totalmente planeada, ya que me gusta que mis padres hagan cosas diferentes cada vez que vienen. Si me seguís en Instagram podéis ir viendo nuestras aventuras.
¡Brindaremos con vin chaud!