Comienza el viaje, Calderer@s y sois más que bienvenidos a venir con nosotros. :)
Nuestro primer día en Atenas fue INTENSO. (Como no podía ser de otra forma).
Nuestro avión había aterrizado a las 1 de la mañana en el aeropuerto de Eleftherios Venizelos en un vuelo de la compañía Swiss desde Málaga, con escala en Zurich. Para llegar al centro de Atenas utilizamos el autobús X95 hasta plaza Syntagma (5â?¬/persona – 50min, aprox.) y desde allí cogimos un taxi (hay decenas esperando a que llegue el bus) hasta Omonia, donde se encontraba nuestro albergue. Omonia tiene fama de ser un barrio peligroso, pero no lo es más que muchas zonas de nuestra ciudad a ciertas horas de la noche, y no es tan diferente de otras partes de Atenas. Nos alojamos en el Athens House Hostel por 15â?¬ por persona y noche en una habitación privada con baño compartido y con un balcón que nos dió la vida. El hostel es cutrecillo, pero para lo que cuesta está fenomenal. El manager es un personaje sacado de una película de terror, pero la chica que está allí el resto del día es de lo más simpática. La verdad es que a 15min del Monastiraki andando y a 5 del Museo Arqueológico, el precio del hotel compensa el barrio y la cutrería.
A pesar de haber llegado a las 3am a nuestra cama, nos levantamos temprano para ir a ver la ACRÓPOLIS. Nuestra intención era llegar antes de las 9 para evitar la gente y el calor, pero fue imposible. La alarma sonó un par de veces, y nuestros cuerpos no reaccionaron, así que no llegamos a la colina sagrada hasta pasadas las 10 de la mañana.
Aun así el calor no fue problema, pues tuvimos la suerte de que el día se levantó nublado y fresquito. Aunque sí que nos encontramos miriadas de turistas, que se densificaban cuando llegaban las oleadas de los cruceros.
A pesar de eso para mí fue un momento importante, pues por distintos motivos, el Santuario de Atenea ha ejercido una extraña atracción sobre mi desde jovenzuela.
Partenón. Acrópolis de Atenas.
Partenón
Erecteión y balcón de las Cariátides
Desde lo alto de la colina de la Acrópolis se tiene una vista privilegiada de la inmensidad de la ciudad de Atenas, y de la ubicación de algunos monumentos que más adelante visitaríamos, como el templo de Zeus Olímpico o el templo de Hefesto en el Ágora Antigua.
Ágora Antigua desde la Acrópolis
En las laderas de la colina de la Acrópolis encontramos otros lugares que visitar y que con un poco de imaginación conforman un monumental conjunto que en su día tuvo que ser realmente impresionante. Quizá los que más llaman la atención son el ODEÓN DE HERODES ÁTICUS, que aún hoy en día se utiliza para representaciones y el TEATRO DE DIONISIOS.
Odeón de Herodes Aticus
Tribunas en el teatro de Dionisios.
Directamente tras la visita a la Acrópolis nos encaminamos al ÁGORA ROMANA. Tuvo que ser un precioso lugar de encuentro e intercambio cultural y comercial, pero no sabemos si fue por el calor que ya se hacía insoportable, o porque hasta la torre de los vientos estaba envuelta en andamios que no nos entusiasmó especialmente esta visita. El Ágora Romana se construyó en el siglo I antes de Cristo con la intención de transferir el centro de comercio de la ciudad desde el Ágora Antigua a este punto. La mezquita que se encuentra en el recinto es del siglo XV y también estaba rodeada de andamios.
Ágora Romana
Tras esta visita urgía un parón porque nuestros cuerpos desacostumbrados al continuo caminar del viajero aún, estaban ya cansados. ¡Y nuestros estómagos vacíos!
Para solucionar esto, hicimos caso a la Lonely Planet y nos encaminamos a una taberna en Monastiraki llamada “Thanasis“. La calidad relación precio nos pareció brutal, de lo mejor y más barato que hemos visto en todo nuestro viaje por Grecia. El dueño es un personaje que sabe al menos un nombre de cada nacionalidad que pasa por delante de sus ojos. En nuestro caso fue Antonio Banderas (y se dirigía a nosotros diciendo ¡Antonio!), pero también lo vimos acercarse a una familia de aspecto asiático diciendo “¡Samurai! ¡Jackie Chan!” Y al enterarse finalmente de que eran koreanos se puso a bailar el gangnam style. Esto puede rallar un poco, aunque la comida realmente lo merece, (y en el fondo tiene gracia).
Aquí probamos delicias típicas de la GASTRONOMÍA GRIEGA como son el souvlaki, saganaki, y la archifamosa ensalada horiatiki. Y unas jarrazas de medio litro de cerveza Alpha por 2,60â?¬ que conquistaron nuestros corazones cerveceros.
horiatiki
Tras la comilona, con el estómago lleno y las fuerzas repuestas nos encaminamos al otro ágona que nos faltaba por visitar: EL ÁGORA ANTIGUA. Nos encantó este sitio, quizá porque la vegetación que la rodea convierte la visita en un agradable paseo por un parque que encierra ruinas milenarias y el inesperado templo de Hefesto que gracias a su buen estado ayuda a comprender la grandeza de esta ciudad cuando todos los templos, edificios de gobierno y comerciales estuvieran en pie y con el blanco del mármol de sus columnas brillando bajo la luz del sol mediterráneo.
Templo de Hefesto
Museo del Agora Antigua
En el recinto del ágora hay también una pequeña iglesia bizantina con frescos en el interior, así como estatuas al aire libre y los cimientos de diferentes edificios religiosos y comerciales.
Y sobre todo no os perdáis las espectaculares vistas del Partenón y la Acrópolis desde el ágora antigua.
Finalmente terminamos el día dando un paseo por el centro hasta la Catedral (también cubierta de andamios) durante el cual pudimos visitar algunas de las muchas iglesias bizantinas que pueblan Atenas. Algunas de ellas son la iglesia de Agios Eleftherios donde tuvimos la suerte de escuchar unos cánticos impresionantes y la iglesia de Kapnikarea que tiene unos frescos interesantes en las fachadas exteriores.
Agios Eleftherios
iglesia de Kapnikarea
Finalmente, agotados pero felices, llegamos a nuestro hostel donde nos preparamos una cena rápida en la cocina comunal y nos relajamos en nuestro balconcillo viendo atardecer sobre los sórdidos edificios que nos rodeaban, pero que con la luz de la tarde encerraban una belleza extraña. ¿O sería simplemente que Atenas ya había conquistado nuestros corazones?
Atardece en Omonia
¡Hasta la próxima, Calderer@s!
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