La maternidad no es buen negocio.

Das, das y das, sabiendo que no hay que esperar nada a cambio.

Haces todo lo mejor que puedes y aún así, en algún momento de la vida serás cruelmente juzgada.

No duermes, vives huyendo de la culpa, se te caen las chichis, te cambia el cuerpo, te cansas hasta la médula y aún así, tienes que seguirle.

Pero extrañamente, tiene sus momentos, especiales, únicos, llenos de magia. Tiene un extraño poder que en ninguna otra fuente encontré en la vida. Te saca lo peor y lo mejor que puedes ser y tener y te regala la oportunidad de filtrarlo.

No, nunca he sido buena para los negocios y quizá menos buena como mamá. Pero abrazo con todo el corazón y todo mi ser a estos bodoques que -aún no sé por qué y para qué- Dios puso en mi vida y tatuó en mi alma y mi corazón.

Felicidades a todas las mamis que a pesar de todo, no cambiamos esto por nada
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