Había sido compañero de los cuatro que compartimos mesa en su fantástico local, me refiero a Simón. Va acompañado de su joven esposa de unos veinticinco años más joven que el, ya que ronda los cincuenta, más o menos. Cuando Soraya se acerca a nosotros cogida de la mano de Simón, se quita las gafas de sol, puesto que vienen del exterior dejando al descubierto unos ojos azules como el resplandeciente cielo que en aquellos momentos también divisamos desde el interior del local a través de un gran ventanal. Todos, nos ponemos de pié para saludar a ambos. Nos han invitado a la inauguración de su restaurante. Simón, alto, muy elegante con su traje de color blanco y corbata granate que combina con las majestuosas cortinas que envuelven al gran comedor, nos da un fuerte abrazo mientras su esposa, nos deleita con un beso a la mejilla. Primero a Raul, el cocinero repostero, después a Samuel, el parrillero, después a Antonio, el maitre y por último a mi, donde estoy de responsable en el gran hotel restaurante donde Simón hizo de chef antes de montarse por su cuenta en otra población apenas a unos cinco kilometros del lugar
Ella intenta complacernos a todos con una amplia sonrisa y gestos de agradecimiento por haber aceptado la invitación. El primero en hablar es Simón, mientras ella mueve afirmativamente la cabeza.
-TANTO MI ESPOSA COMO YO, ESTAMOS ENCANTADOS DE QUE HAYAIS VENIDO AL LOCAL QUE CON TANTA ILUSIÓN HEMOS MONTADO. ELLA, ES DISEÑADORA DE INTERIORES Y YA VEIS QUE HA PUESTO SU SELLO PERSONAL EN TODA LA DECORACIÓN. A MI, ME TOCARÁ ESTAR EN LA COCINA PORQUÉ YA SABEIS QUE ES MUY IMPORTANTE QUE EL JEFE SEA TAMBIÉN EL CHEF YA QUE DE ESTA MANERA SIEMPRE PODRE ORIENTAR MEJOR A TODOS LOS QUE TRABAJAN CONMIGO.