Hay quienes ubican los inicios de la pasta en China, y otros, mucho más atrás en las antiguas civilizaciones etruscas. Sea cual sea su verdadero origen, no cabe duda que fueron los italianos los que se especializaron en su elaboración y le dieron fama internacional.
Así, hoy día, la pasta es un alimento universal, que se come y disfruta en todas partes del mundo.
La pasta es un alimento de gran versatilidad, que nos saca de apuros en más de una ocasión y casi nunca nos hace quedar mal.
En este artículo revisaremos las propiedades de este alimento, con el fin de desterrar, de una vez por todas, el mito de que la pasta engorda. Conoceremos también algunos de los tipos de pastas que existen y cómo aprovecharlas en la cocina.
Propiedades nutricionales de la pasta
Existe la falsa creencia de que la pasta engorda y que no es muy recomendada cuando se quiere controlar el peso corporal. Evitando con ello su consumo y perdiéndose de todos los beneficios de incluirla en nuestra alimentación.
No es por la pasta, es el complemento
Como me dijo mi endocrino hace un tiempo, la pasta es muy buena y necesaria. Lo que la hace dañina para la salud, es con qué y cómo la acompañes.
Tenemos la costumbre de servir la pasta y colocar un cucharon de salsa sobre ella, cuando lo correcto es mezclar antes la pasta con la salsa y agregar solo la cantidad necesaria para no excedernos.
Eso, por una parte. Por otra, el contenido graso de los complementos o salsa que le añadimos. Las salsas a base de crema de leche, carnes, o que llevan quesos grasos, aumentan las calorías de la pasta.
Aporte nutricional de la pasta
Las pastas están hechas generalmente de sémola de trigo duro, el cual tiene buenas cualidades y de allí sus beneficios.
Estas aportan entre un 60-70% de hidratos de carbono de absorción lenta, principalmente de almidón, entre 12-13% de proteínas provenientes del trigo, no posee colesterol y muy pocas grasas. Además de 5g de fibra por cada 100g de pasta, minerales como calcio, magnesio, potasio, fósforo y selenio, y vitaminas del complejo B.
Los niveles de proteínas, grasas y fibras se incrementan en las pastas que incluyen huevo y en las pastas integrales. El aporte de energía y de hidratos de carbono no es muy diferente.
En general, 100 gramos de pasta seca (equivalente a unos 200 g de pasta cocida), ya sea ésta, blanca, al huevo o integral, aporta de 350 a 360 calorías.
Una pasta de sémola de trigo duro de calidad, requiere de mayor tiempo de cocción, aumenta más de volumen (hasta tres veces), no se deforma, ni se deshace y el agua de cocción resulta clara. De esta forma puedes reconocer cuando lo que te venden es de verdad a base de sémola de trigo duro.
Tipos de pastas
Los italianos convirtieron a las pastas en todo un universo a explorar. En Italia, algunos expertos indican, existen unas 2000 variedades de pastas, por lo que en este artículo solo mencionaremos algunas.
La principal distinción que haremos es entre pastas secas, las más comunes, y las pastas frescas, y dentro de estas, las rellenas.
Las pastas frescas:
Este tipo de pasta es más tierna y de menor duración, de unos 4 a 5 días en la nevera y de 3 a 4 meses en el congelador. Se puede encontrar en la sección de refrigerados de los supermercados o puede hacerse en casa.
Este tipo de pastas requieren de menor tiempo de cocción para estar en su punto y absorben menos agua. Hay que estar atentos de no cocer demasiado la pasta porque quedaría pegajosa, deshecha y muy blanda.
Se necesita 50% más de pasta fresca, comparado con la pasta seca. Esto significa que, si normalmente consumes 100 g de pasta seca, para sustituirla por pasta fresca necesitarás 150 g.
Podemos incluir dentro de este grupo a las pastas rellenas, pastas frescas con formas de pequeñas empanadas, saquitos o pastelitos, que vienen rellenos de carne, queso, espinacas u otros ingredientes, y que se acompañan de salsas sencillas principalmente, aunque también admiten su inclusión en ensaladas, caldos, sopas o cremas. Las más comunes son los raviolis y tortellinis.
Las pastas secas:
Las pastas secas son las más comunes, y fue gracias a estas, que su consumo se difundió de Italia al resto del mundo. En principio una pasta seca, fue una pasta fresca, que se sometió a un procedimiento industrial para secarlas y con ello conseguir que resista mucho más tiempo.
Este tipo de pastas requieren de cocciones más largas que las pastas frescas, crecen más y absorben mucha más agua. Pueden durar mucho tiempo en nuestras despensas.
Dentro de este tipo de pastas, encontramos gran variedad. Pudiendo distinguir según el tamaño de la pasta, entre: pastas finas y pequeñas, pastas cortas y pastas largas.
Pastas finas y pequeñas:
Dentro de este tipo de pastas tenemos aquellas de tamaño diminuto, como estrellas, letras, orzo (similar a granos de arroz), fideos, entre otros. Son ideales para los primeros alimentos sólidos de nuestros hijos, así como para su incorporación en ensaladas o sopas. Las pastas finas van bien con caldos claros, mientras que las más gruesas con sopas más densas y con ensaladas.
Pastas cortas:
Dentro de las pastas cortas tenemos muchas más variedades de pasta. Van muy bien con salsas densas, cremosas o guisos, también se lucen en ensaladas y en sopas o el famoso minestrone.
Tenemos pastas con formas como fusilli (espirales), farfalle (lazos), conchiglie (conchas), gnocchi (ñoquis) o, lumache (caracoles) con algunas versiones que por su gran tamaño se pueden rellenar.
También tenemos las pastas tubulares como codos, macaroni, rigatoni, penne (plumas) o canelones, ya no una pasta corta en sí, pero sí tubular y que se rellena.
Pastas largas:
Dentro de este grupo tenemos a las pastas con forma de hilo como los espaguetis o vermicelli, y las pastas largas aplanadas tipo cintas como tagliatelle, linguine o fetuccine, les van bien salsas simples y cremosas.
Dentro de otros tipos, tenemos también las pastas planas como la lasagna, que puede ser lisa o con textura, y que se prepara en capas alternadas con guisos de carne y/o vegetales, o incluso rellenas, enrollándolas como si fuesen canelones.
Y ésta es sólo una pequeña parte de este maravilloso mundo de las pastas, existen muchos más tipos y variedades, pero con esto ya nos hacemos una idea bastante clara.
¿Y cómo las empleamos en la cocina?
Este es otro universo, que iremos descubriendo poco a poco. Sin embargo, podemos decir que la versatilidad de las pastas se debe principalmente a que éstas pueden emplearse en muchos tipos de preparaciones.
La forma típica y más común de comerlas, es acompañadas de alguna salsa, que puede ser ligera o densa. Las opciones serían muchísimas, sólo variaríamos el tipo de pasta y la salsa y ya tendríamos un plato completamente diferente.
Pero eso no es todo, las pastas son también un ingrediente excelente para las ensaladas, además de una forma muy saludable de comerlas. Y aquí de nuevo, siguiendo las sugerencias de cómo preparar ensaladas variadas y creativas, existen muchas posibilidades. Puedes usar pasta corta en cualquiera de sus presentaciones o incluso pasta larga.
También podemos emplearlas en sopas, desde caldos claros y sencillos, y guisos o sopas espesas y cremosas. La sopa italiana con pasta más conocida es el minestrone, que incluye principalmente legumbres, verduras, hortalizas y pasta corta, puede incluir carnes, y por sí sola admite muchísimas variaciones.
O incluso podemos preparar la pasta salteada, acompañada de vegetales, verduras o carnes.
De esta manera, las pastas, no sólo resultan un alimento necesario en nuestra dieta, sino que se convierten en nuestras mejores aliadas en la cocina.
En casa nos gustan mucho las pastas. Particularmente las adoro, y no pierdo la oportunidad de comerlas en ensaladas o salteadas, que es como más las disfruto.
Y tú ¿cómo disfrutas de la pasta?