Cuando Lars Gustafsson dijo aquello de "Sverige är mycket mer än Ikea och med hästkött korv", me dije a mi mismo: éste hombre tiene más razón que un Santo, ¿no pensáis lo mismo?....jajaja.
Pues sí, Suecia es mucho más que Ikea y sus salchichas con carne de caballo. Es un país precioso y su capital, Estocolmo, una de las ciudades más bonitas del mundo, y aunque me encanta la repostería sueca, personalmente creo que su gastronomía deja mucho que desear comparada con la nuestra. Ahora, eso sí, si visitáis el país preparaos para entrar en depresión (ésto no lo digo por mí, porque yo paso por autóctono....jajaja), ya que son todos altísimos, rubísimos, guapísimos y sosísimos. Qué cosa por Dios, claro, como allí pa comprarte una cerveza necesitas gastarte medio sueldo y es que el consumo de alcohol en Suecia está monopolizado y sólo es posible encontrar bebidas alcohólicas con un índice superior a 3.5 grados en establecimientos denominados "SYSTEMBOLAGET". Esta obsesión por controlar el consumo de alcohol tiene una explicación y es que el clima frío influye en el estado de ánimo de la sociedad, donde la vida es tediosa entre octubre y marzo debido a las pocas horas de sol. Si a eso añadimos que los suecos no son muy sociables, tienen poco sentido del humor e impera el individualismo en una sociedad donde todo funciona a la perfección, puede llevar a una situación donde la vía de escape es darse al bebercio. Y es que los que pueden y cuando pueden se cogen unas cogorzas de campeonato. Recuerdo una noche cenando en un local muy curioso de Gamla Stan (el centro de Estocolmo, no la canción del Coreano), llamado ENGELEN, cuya planta baja es un restaurante y en el sótano se situa una gran discoteca y cuando nos dió por bajar, el cuadro era dantesco, cientos de Suecos de 2 metros y medio, calzando el que menos un 53, bailando sin ritmo ni concierto una canción de las Azúcar Moreno, lo más surealista del mundo. Nos sentamos en unas sillas altas en la barra y de ahí no nos movimos, porque nos llegan a pisar con esos pies y nos lo dejan como unos molletes de Antequera, pero nos divertimos muchísimo viendo el espectáculo.
INGREDIENTES (para 4 personas):
8 salchichas frescas.
8 salchichas tipo Viena.
6 patatas grandes.
1 cebolla roja.
Aceite de Oliva Virgen Extra.
Sal, pimienta y perejil.
4 huevos (opcional, para hacerlos fritos y acompañar al plato).
PREPARACIÓN:
Cocemos las patatas en abundante agua con sal hasta que estén al dente, es decir, sin pasarnos en la cocción, unos 30 minutos aproximadamente. Reservamos y dejamos enfriar.
Quitamos la piel a las salchichas frescas y formamos bolitas de carne. Cortamos las salchichas en rodajas y reservamos. Pelamos y cortamos las patatas en dados y picamos la cebolla.
En una sartén echamos un buen chorreón de Aceite de Oliva y salteamos a fuego vivo la cebolla.
Pasados unos minutos, añadimos las patatas y les damos unas vueltas. Reservamos.
En otra sartén salteamos las bolas de carne y cuando estén hechas le añadimos las salchichas.
Cuando éstas estén doradas las vertemos en la sartén donde teniamos reservadas las patatas, rehogamos unos minutos más, salpimentamos y espolvoreamos con perejil picadito.
Podemos freir un huevo para acompañar el plato y ya te mueres. Yo no lo hice, por eso sigo vivito y coleando.