La langosta es uno de los productos del mar más apreciados en todo el mundo debido a su exquisito sabor, a la cantidad de carne que podemos sacar de cada animal y a sus estupendas propiedades nutricionales. Entre las más destacables, cabe mencionar que tiene un contenido muy bajo en grasas y en cambio es una fuente considerable de minerales como hierro, zinc, potasio, fósforo, selenio, yodo y especialmente de calcio, del cual este crustáceo puede presumir de tener una cantidad muchísimo más alta que la mayoría de los mariscos que consumimos. También posee una gran cantidad de vitaminas A, E y casi todas las del grupo B, entre las que destaca la B5. Así que, si la economía lo permite, no está de más consumirla de vez en cuando.
Ingredientes
1 langosta fresca
Lo necesario sal gorda
mantequilla (opcional)
Instrucciones
En una olla grande ponemos abundante agua, añadiendo 70 gr. de sal por cada litro de agua y esperamos que rompa a hervir.
Una vez que esté hirviendo, introducimos la langosta viva y esperamos a que vuelva a hervir el agua, a partir de ese momento contaremos el tiempo de cocción, que dependerá del peso del animal.
Una vez que tengamos la langosta cocida, la sacamos del agua, la dejamos escurrir y la partimos a la mitad a lo largo o también podemos separar la cola y pelarla aparte para servir entera la carne de la misma.
Notas de la receta
A mucha gente le gusta añadir mantequilla clarificada al momento de degustar la langosta, si es vuestro caso, bastará con derretir a fuego muy bajo (sin que llegue a calentarse demasiado y mucho menos a hervir) un poco de mantequilla y servirla en una salsera aparte para ponerla disposición de los comensales.
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