Supremo

¿Qué es delicioso, cremoso, refrescante, crujiente y al mismo tiempo súper fácil de preparar y más, de comer?

Bueno ya sé que hay muchos platos, pero algunos de los más, los postres. Y éste, mi favorito de todos. La elegante Crème brûlée.

Para empezar te diré porqué es la y no él si es postre.

Su nombre proviene del francés que significa crema quemada, pues se sirve coronada con una capa de azúcar caramelizada.

Quiero pensar que la mayoría de mis queridos lectores, lo han disfrutado en incontables ocasiones y si no lo has hecho tú en particular, eso es casi, casi un pecado mortal (a propósito de cuaresma).

Su origen es algo difuso pues, se lo disputan países como Francia, Inglaterra y España.

Solo que aquí cabe aclarar que sí hay diferencia entre la crema catalana y la Crème brûlée.

La primera vez que aparece en un libro de recetas es en la edición de 1691 del libro de cocina francés Le Cuisinier Royal et Bourgeois de François Massialot, un cocinero del Palacio de Versalles. Por otra parte, los británicos la llaman simplemente burnt cream (crema quemada) dicen que se sirvió en 1630 por primera vez en el Trinity College, Cambridge, es decir 61 años antes que la publicación de la receta francesa.

Sea cual sea su origen, es muy interesante que no se popularizó sino hasta la década de 1980, "un símbolo de la autoindulgencia de esa década y el favorito del auge de los restaurantes", probablemente popularizado por Sirio Maccioni en su restaurante de Nueva York Le Cirque.

Pero aunque chic y sofisticada, ¿sabes que es súper fácil de preparar y que además de todo, también tiene su versión vegana? que por cierto no le pide nada al original con crema de leche de vaca.

Tanto si lo preparas, como si lo pides en algún restaurante, te daré mi recomendación de siempre: disfrútalo con todos tus sentidos, míralo, huélelo, escuchar como cruje el azúcar quemada, toca su textura y mantenlo en tu paladar por varios segundos, será una experiencia sensorial completa y, te aseguro que si no lo has hecho ya, tendrás una nueva perspectiva con cada bocado, lo disfrutarás más y no solo esto, sino cada uno de tus alimentos.

Verás lo reconfortante que es, no solo al paladar, sino también al corazón.

Cuéntame qué harás, ¿lo vas a preparar en casa o lo pedirás en tu restaurante favorito?

Sea lo que sea que hagas, permíteme decirte:

Buone appetito

Angelus Cucinare

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