A finales de los ochenta, eran pocos los conocedores de la gastronomía china y muchos menos, los que se dejaban seducir por los platos de países como Japón, Tailandia o Indonesia. En un relativamente corto periodo de tiempo, la gastronomía oriental se ha puesto de moda, no sólo como opción para salir a cenar fuera, sino como parte de los nuevos sabores que los españoles desean introducir en sus hogares. En Madrid podemos encontrar ya numerosos establecimientos donde comprar los mejores productos y a un precio razonable.
El centro fue el principal punto de desembarco de los chinos en la capital. Como sucede en otras grandes ciudades, se buscan lugares accesibles y cosmopolitas donde ubicar la base de operaciones. En este caso, fue la emblemática Plaza de España donde encontramos la primera tienda de productos asiáticos que abre en Madrid. Se trata de Extremo Oriente, un establecimiento caótico y destartalado, situado en los bajos de la ruidosa plaza.
Frente a lo pintorescas y llamativas que resultan las fachadas de los restaurantes chinos, parece que en los ochenta primaba mucho más la discreción, porque sólo bajando las escaleras que dan acceso al aparcamiento podemos descubrir la tienda, que comparte pasillo con una agencia de viajes, una boutique de ropa y un restaurante, todos ellos, negocios regentados por chinos y destinados a chinos. Su encargado nos asegura que Extremo Oriente abrió hace más de 35 años. Por aquellos entonces eran sólo los nativos los que acudían a comprar. "Los europeos también fueron clientes desde el principio y los pocos españoles que venían, compraban sólo tallarines instantáneos". En Extremo Oriente distribuyen alimentos chinos, coreanos, japoneses y filipinos, "pero los españoles no suelen pasar de la salsa de soja y el wasabi para el sushi".
Barrios pioneros
Detrás de Plaza de España nos encontramos con el distrito de Justicia, una zona donde la comunidad asiática tiene una presencia notable. En la calle San Bernardino se siente el aroma del curry, el jengibre y la hierba limón, gracias a los restaurantes asiáticos que la pueblan. Podemos ir de Indonesia a Pakistán, de Persia a China, de La India a Tailandia, con sólo cruzar la calle. Por eso, los aledaños también están acompañados de establecimientos de alimentación regentados por asiáticos. Eso sí, no venden en exclusiva productos de Oriente, sino que conviven con una gran mayoría de artículos occidentales.La importancia de Lavapiés como base de inmigración de todos los continentes ha hecho que gran parte de los establecimientos se hayan trasladado a este barrio, que se ha convertido en un auténtico mercado global. En San Bernardo, al lado de la Gran Vía, aún resiste Asia, otro de los decanos en venta de alimentación oriental. "Abrimos en 1983", nos comenta su encargado, un anciano chino de trato tímido y cortés, "pero en esa época sólo entraban extranjeros". El espacio es pequeño y los productos, sobre todo japoneses e indios, se agolpan en los viejos estantes.
En la calle Luna, cruzando la Gran Vía, han ido desapareciendo negocios que, como Asia, se encuentran en decadencia. Las tiendas se han marchado más al sur, a las calles Lavapiés, Embajadores y Ave María, donde hay más demanda: existen más inmigrantes chinos y más restaurantes. Por su parte, la generalización de los productos asiáticos en supermercados de barrio y tiendas gourmet occidentales también ha jugado en contra de estos negocios que abrieron en los ochenta.
Variedad y calidad en los hipermercados orientales
En Príncipe Pío, frente al gran centro comercial que aloja la estación de tren, encontramos Supermercado Oriental, un espacioso local dedicado en cuerpo y alma a la gastronomía oriental. Manuel Choy, dueño del negocio, empezó su actividad en una pequeña tienda en la Plaza Mayor en 1987 y una década después, en 1998, se animó a abrir este amplio establecimiento dedicado a la importación y distribución de productos orientales. Inicialmente el local servía como un escaparate-catálogo para abastecer los restaurantes chinos de medio Madrid."En la actualidad cualquiera puede comprar lo que hay en la tienda", nos explica Choy. "Al principio sólo venían los propietarios de restaurantes a elegir el género que iban a utilizar en sus negocios". Poco a poco, todo tipo de público se iba a acercando a la tienda e interesándose por los alimentos expuestos. Choy comenzó así a adaptarse a la nueva demanda.
Actualmente encontramos aquí mucho más de lo que podemos imaginar: pasta, algas, cervezas, galletas de arroz, soja, sake, aperitivos y dulces, tes variados, col china, raíz de jengibre, conservas vegetales (litchis, castañas, bambú, papaya, coco), sopa miso, dulce de judías para hacer dorayakis, pomelo chino, wan ton, dim sum y rollitos de primavera congelados, sémola, salsas, taro, yuca...
Además, se pueden comprar utensilios y menaje: desde los básicos palillos hasta planchas, espumaderas y wok, pasando por una modesta variedad de vajillas, cuberterías y cristalerías. Es posible, incluso, adquirir elementos decorativos típicos de los restaurantes, como los llamativos farolillos.
Los problemas de importación
A pesar del éxito y la implantación de la cocina asiática en España, todavía resulta difícil acceder a determinado tipo de género. "Hay muchas cosas que no se pueden traer, sobre todo las que no se conocen aquí. Por ejemplo, para tener okra (pimiento de pequeño tamaño) tengo que comprar en Europa, no la puedo importar directamente, lo que encarece mucho el producto".A pesar de las dificultades, Manuel está muy contento. El negocio funciona y los clientes le piden asesoramiento. "Les damos consejos para cocinar. Muchos nos piden que les demos clases, que vendamos libros de recetas o que incorporemos las recetas en los envases. Son ideas que nos planteamos para más adelante", asegura. Todo un futuro prometedor para estos pequeños y pintorescos mercados asiáticos en miniatura que podemos encontrar en las calles más céntricas de la capital.