Nadie pone en duda que el vino es un producto íntimamente ligado a la cultura mediterránea y, especialmente a España, que se considera el primer viñedo de Europa. Sin embargo, los jóvenes muestran ciertos reparos a la hora de incluirlo dentro de sus bebidas favoritas. A pesar de asociarle valores como la "distinción" y el "buen gusto", lo consideran "para entendidos" y "tradicional", lo que redunda en reducidos índices de consumo entre la población menor de 35 años. Ésas son algunas de las conclusiones que se extraen de un estudio de mercado sobre jóvenes y el vino en España presentado el pasado lunes 14 de noviembre en el Ministerio de Agricultura.
Josep Puxeu, secretario general de Agricultura y Alimentación, y Mauricio Gonzalez-Gordon, presidente de la Federación Española del Vino, fueron los encargados de dar a conocer este informe, en el que se han realizado más de 1.300 entrevistas a jóvenes de entre 18 y 30 años. Puxeu valoró los datos presentados señalando que "existe cierta confusión en algunas apreciaciones" sobre el vino y que es necesario hacer "un esfuerzo para recuperar su imagen de vanguardia".
De hecho, según el estudio, apenas un 11% de los jóvenes españoles reconocen haber consumido esta bebida de manera cotidiana durante el último año. Esta cifra disminuye al 8% en el caso de edades comprendidas entre 18 y 25 años y se incrementa entre los 26 y 35 años hasta el 14%. Este dato manifiesta que, para los jóvenes, el vino está asociado a cierta madurez. Para ellos, se requiere cierto "grado de conocimiento" para beberlo y, aunque no lo suelen tomar habitualmente, existe un importante componente 'aspiracional', esto es, que no descartan (y aspiran a) poder disfrutarlo en el futuro como se merece.
Incentivar el consumo
Asimismo, el informe señala que el agua envasada, los refrescos y la cerveza son, por este orden, las bebidas preferidas por este segmento de la población. Las consideran "accesibles, refrescantes y sociables". Aunque el vino se reconoce como "saludable" y con "personalidad propia", no se percibe como una bebida "cercana". El estudio, por tanto, no hace más que reflejar el cambio de hábitos que se ha producido en parte de nuestra sociedad.De hecho, el secretario general de Agricultura recordó que el consumo de vino por habitante y año ha caído de 70 litros a 30, si bien ahora se encuentra estabilizado y creciendo. Por tanto, señaló, es necesario el esfuerzo de todos -administraciones públicas, instituciones y empresas- para "incentivar su consumo".
Actitudes hacia el vino
Otros datos que revela el estudio, elaborado por Synovate, inciden en la postura de los jóvenes ante esta bebida tan popular. Éstos le otorgan valores de "salud", "placer" y "diferenciación social", especialmente en el caso del vino tinto, al que perciben con respeto y personalidad propia. Los blancos y rosados están menos mitificados y los espumosos sólo se contemplan para ocasiones especiales.El reconocimiento de las diferentes variedades también aparece relacionado con la gastronomía y el maridaje: los jóvenes saben que existe una opción específica para cada tipo de plato. Las Denominaciones de Origen que más identifican son Rioja, Ribera del Duero y Valdepeñas.
La iniciación
El informe también ha analizado el modo en el que los jóvenes españoles se aproximan al vino. Normalmente se inician con las celebraciones familiares (Navidades, bodas, cumpleaños...), por lo que acaba vinculándose a circunstancias muy concretas y especiales y es desterrado del consumo cotidiano. Según el estudio: "el vino va entrando en sus vidas en paralelo con su proceso de maduración como adultos".Por ejemplo, muchos aluden a las "citas románticas" como uno de los momentos donde casi siempre el vino está presente (el 50% de los jóvenes lo señalan como su bebida favorita en estos casos) o a situaciones donde las relaciones sociales son muy importantes (el 33% se decanta por él en las celebraciones especiales; el 32% en las comidas con clientes y el 31% en las salidas a cenar). En todos estos casos el vino alcanza un porcentaje mayoritario frente al agua, los refrescos y la cerveza.
Todo ello indica que, aunque los jóvenes no consumen vino en su día a día, éste goza de una excelente imagen. Parecen así demandar del producto un mayor acercamiento a sus formas de vida, a través, fundamentalmente, de la información y de la innovación.