Hamburguesas, perritos calientes... son parte de la comida rápida ya tan habitual en la dieta del mundo moderno. La pizza, plato bandera de numerosos establecimientos, también ha pasado a formar parte de esta nueva forma de comer, pero no es, ni mucho menos, una creación de nuestros días. Consiste en una masa de pan plana y fina, habitualmente redonda, cubierta de diferentes ingredientes y horneada.
Sus porciones serán una delicia como tentempié, aunque desde luego, no las excluiremos de comidas y cenas. A pesar de la idea dominante de que la comida rápida es perjudicial para la salud, si la preparamos en casa, con ingredientes naturales, no estaremos en la obligación de eliminarla de la dieta.
Una larga tradición
Algunos sitúan su origen en el Antiguo Egipto, cuando los faraones consumían masas de pan fermentado aderezado con diversas hierbas aromáticas. En Grecia y Roma también fue popular. Se aliñaba la masa con aceite, vinagre, cebolla y ajo.
Sería en la Península Italiana donde tomaría la forma definitiva: se introdujo el queso mozarella, elaborado con leche de búfala. Este país mediterráneo lo incluye como uno de sus platos más internacionales. Posteriormente, llegó a Europa, desde el otro lado del Atlántico, el tomate, otro ingrediente imprescindible.
Apreciada por todas las clases sociales, se comenzó a comercializar en las calles y posteriormente, en la primera pizzería, establecida en el siglo XVIII con el nombre de Pietro...e basta cosi. La pizza margarita, compuesta por tomate, aceite de oliva, albahaca y mozarella, se ideó poco después, y es hoy la base para preparar las más complejas combinaciones.
Tanta variedad como desees
Los expertos aseguran que sólo hay tres tipos de auténtica pizza: la margarita, la San Gennaro, aderezada con queso, pimienta y albahaca, y la marinera, con tomate, orégano y ajo. La realidad es que ahora existen tantos tipos como consumidores, ya que cada uno añade los ingredientes que más le gustan, dejando rienda suelta a la imaginación.Aún así, en las cartas de los restaurantes italianos encontramos algunas variedades ya establecidas:
Napolitana: tomate, mozarella, ajo, anchoas y cebolla.
Romana: tomate, mozarella, anchoas y albahaca.
Cuatro estaciones: tomate, mozarella, champiñones, alcachofas, jamón cocido, aceitunas y albahaca.
Cuatro quesos: tomate, mozarella y varios tipos de queso.
Hawaiana: tomate, mozarella, jamón cocido y piña.
Prosciutto: tomate, mozarella, jamón cocido y queso parmesano.
Capricciosa: tomate, mozarella, jamón cocido, champiñones y aceitunas.
Además de la tradicional masa redondeada y cubierta de suculentos ingredientes, existe una versión diferente. El 'calzone' es una pizza rellena con forma de media luna. Para hacerla sólo es necesario doblar la masa por la mitad, una vez dispuestos todos los ingredientes, antes de hornearla. Para que quede sellada, humedecemos los bordes y los cerramos como las empanadillas.
Del mar, de la granja y de la huerta
Los ingredientes básicos con los que podemos crear nuestra pizza personalizada son el jamón cocido, el atún, las anchoas, los champiñones y todo tipo de quesos. Sin embargo, también se utilizan de forma habitual la piña, mandarina, pepperoni, pimientos, cebolla, bacon, setas, alcaparras o guindillas y ajo, para dar un toque picante al plato. Las salsas también han ido variando; aunque la de tomate no pierde el liderazgo, comparte protagonismo con la barbacoa y la carbonara.En función de los componentes que utilicemos, su aporte calórico, al igual que sus propiedades, será diferente, aunque la media es de unas 250 kcal. por cada 100 gr. De las dietas de adelgazamiento se han derivado las 'light', elaboradas con harina integral y evitando los ingredientes más grasos; incluso la mozarella.
La pizza en casa
Aunque la masa se puede adquirir ya preparada, el resultado será mucho más satisfactorio si la hacemos nosotros mismos. Para preparar dos pizzas, necesitaremos: 1/2 kilo de harina, 30 gr. de levadura, una cucharadita de sal y media de aceite de oliva, y 300 cc. de agua. En primer lugar, se disuelve la levadura en agua tibia. Se añade a la harina, junto con la sal y el aceite de oliva. Se va amasando a la vez que se va añadiendo el agua necesaria.Enharinar la masa y hacer dos bolas (una para cada unidad). Dejamos reposar la masa durante una media hora. Transcurrido este tiempo, la masa habrá subido. Se estira y se coloca en un molde, adaptando la masa a éste. Ya tenemos la base preparada para añadir los ingredientes que deseemos. En primer lugar, extenderemos una capa de salsa de tomate por toda la superficie (mejor si es natural).
A continuación, añadiremos el queso mozarella, en finas lonchas o rallado. Finalmente, agregamos todos los ingredientes que se nos ocurran? y el toque final: espolvoreamos albahaca u orégano. Tras unos veinte minutos en el horno, está lista para servir.