Buena cuenta de ello pueden dar personajes como Madamme Bovary, Napoleón, Los Medici o Los Borgia, de los que se sospecha que lo usaron para acabar padeciéndolo en sus propias carnes.
Con el avance de la ciencia forense, y la posibilidad de detección post-mortem de trazas del letal veneno, el uso del Arsénico dio paso a nuevos compuestos y prácticas más sutiles de “liquidar encargos”.
Pese al desuso en su versión intencionada, el arsénico ha continuado causando muertes en todo el mundo, en la mayoría de ocasiones a través de la sobreexposición de operarios a derivados inorgánicos y especialmente letales procedentes de la actividad industrial.
Otras veces, la ingesta de alimentos contaminados de forma no intencionada con el veneno ha acarreado intoxicaciones masivas como la ocurrida en 1900-1901 en el norte de Inglaterra, cuando más de 100 establecimientos sirvieron un lote contaminado de cerveza que derivó en varios miles de intoxicados y 71 fallecidos.
Las investigaciones posteriores resolvieron que se trataba de arsénico, presente en el ácido sulfúrico utilizado para la extracción del azúcar por hidrólisis del almidón de caña. Dichos estudios concluyeron que la cerveza contenía concentraciones de mercurio de entre 2 y 4 mg/litro.
Recientemente ha vuelto a saltar la alarma sobre la presencia de niveles elevados de arsénico en fórmulas para lactantes, barras de cereales y bebidas energéticas. Como característica común, todos estos alimentos contenían entre sus ingredientes jarabe de arroz integral.
El investigador Brian Jackson, del Dartmouth College of Hannover(New Hampshire), recalcó la presencia de concentraciones elevadas del metaloide en 2 de las 17 fórmulas para lactantes estudiadas, acentuando el riesgo derivado por tratarse de un producto que probablemente suponga la única fuente de alimentación de este grupo de riesgo, y por su elevada concentración en relación al bajo peso corporal.
La OMS establece una ingesta máxima diaria recomendada de 0.0015 mg/Kg de masa muscular y nunca e independientemente de la edad, superior a 0.3 mg/día.
Para tomar referencias sobre los niveles permitidos de Arsénico, bastaría con evaluar el R.D. 140/2003, de 7 de febrero, por el que se establecen los criterios sanitarios de la calidad del agua de consumo humano, coincidente con la Agencia de Protección Medioambiental estadounidense (EPA), en los límites máximos permitidos de Arsénico en agua, que quedan fijados en ambos casos en 10 µg/litro.
La sintomatología asociada al envenenamiento crónico por Arsénico implica el fallo de múltiples sistemas y aparatos:
Alteraciones dermatológicas (pigmentación café, hiperqueratosis palmoplantar y “Bandas de Mees” en las uñas)
Desordenes gastrointestinales (diarrea sanguinolenta, vómitos)
Colapso circulatorio (hipotensión, arritmias, miocardiopatías y degeneración grasa del corazón)
Debilidad y dolor muscular
Lesiones hepáticas
Calambres y otros síntomas neurológicos
Diabetes tipo 2
Cáncer de piel, pulmón y vejiga.