Una mermelada que realicé tras hacer las guindillas verdes confitadas. Como hice varios tarros, uno de ellos lo transformé en mermelada. El resultado ha sido más que satisfactorio, incluso para mí, que no soporto según qué picante, entre ellos, el de la guindilla, que perdura y me mata el resto de la comida. Sin embargo así, me resulta hasta adictivo; con un queso curado de oveja y unos picos de pan, se convierte en un aperitivo original y repleto de contrastes.
Se me ocurre, acompañando una carne a la plancha o incluso para añadirle a un guiso de pescado blanco...
-un tarro de guindillas confitadas, con su aceite,
(si lo queremos más suave, reservamos el aceite para otras elaboraciones, es lo que más pica)
-la mitad del tarro, de azúcar
Quitamos los rabitos a las guindillas y las trituramos. Ponemos en una cazuela junto al azúcar, a fuego lento.
Dejamos que se cocine el conjunto removiendo vez en cuando, durante unos 50 minutos o hasta que veamos que espesa (en frío espesa más).
Metemos en botes esterilizados y ¡bien cerrados!, los colocamos hacia abajo hasta que se enfríen. Esto hará el vacio.
Guardamos en la nevera. (La tengo un par de meses y está perfecta, por no decir mejor).
NUTRICIÓN: guindillas verdes, azúcar
Dedicado al Poter Hikikomori ! Jjjj BSS!!