Limpias y con la autopsia ya practicada en una cazuela, de barro preferentemente, se van alternando una capa de sardinas con otra de pan rallado, ajos, perejil y cebolla. Se tapa esta estratigrafía con un par de hojas de lechuga y se repite el procedimiento hasta apurar la cazuela o acabar con las sardinas. Mejor que tampoco sea una torre de Pisa de sardinas.
– Pepitoria de sardinas –
Conseguido el equilibro sin recurrir a desafiar a la gravedad se deja la cazuela en la lumbre entre dos fuegos, suavito, muy suavito hasta que las sardinas hayan soltado su grasa y el conjunto esté tierno y untuoso.
Este apaño figura en algunos recetarios extremeños como propio o habitual de Plasencia de donde cabe decir que no hay sardinas en sus ríos por si duda alguna había.
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