Alma de Protos en el Bardot

Este pasado martes tuve la gran suerte de poder acudir a un evento más que interesante en el que se presentaba el "Alma de Protos" en Barcelona.
Protos es de esas bodegas que todo el mundo conoce, aún cuando no sabe nada de vino, quizás porque es la primera bodega elaboradora en Ribera del Duero (marca que ellos mismos tenían registrada) y haber estado presente en las mesas desde 1927, quizás por ser pioneros también en vinos de calidad a precios razonables, quizás por la cantidad de premios que atesoran o quizás simplemente porque hacen grandes vinos.

Protos es una bodega con más de 80 años de historia y que en los últimos 20 está haciendo un esfuerzo por modernizarse y seguir siendo lider en su sector. Hace ya un tiempo, potenciaron el sector enoturístico, cuando comenzaba, desarrollando unas estructuras que incluyen una preciosa bodega nueva, diseñada por Richard Rogers. Una potente inversión que hace que por ejemplo pueda renovar su parque de barricas en un 25% cada año.
La verdad que cuando me invitaron a esta cena-maridaje no dude ni dos minutos, ya que además de poder probar sus tintos, podríamos tener unos momentos de conversación con el director general, el director de comunicación y la nueva enóloga de la bodega, Marinela (personaje a seguir sin duda). Días después, Álvaro de Yalocatoyo (organizador del evento). me comentó que sería en el Bardot local del que ya sabéis los que me seguís por Instagram, soy francamente fan.
Al final el martes pasado por fin llegó y nos recibieron con una copa de su verdejo joven de la DO Rueda. Un claro ejemplo de que el verdejo puede huir de los aromas tropicales artificiales y volver a la esencia de esta uva tan nuestra. Fresco, fácil y perfecto para una charla informal.

La cena comenzó y tras las pertinentes presentaciones, nos sirvieron una copa del verdejo fermentado en barrica. Más aromático que el anterior, con toques de piña fresca y una madera muy delicada bien integrada (creo que es uno de los puntos que se repetirían durante toda la gama de la bodega). Largo en boca y con un toque untuoso muy agradable, combinó perfectamente con el pulpo a la brasa que nos sirvieron.
A partir de aquí pudimos conversar muy abiertamente con el director general de Protos, Carlos Villar que nos explicó entre bocado y bocado y copa y copa, la evolución de la bodega en los últimos años y la dirección de modernización que se está tomando.
Pasamos después al crianza 2014, un privilegio sin duda, ya que es el primer vino que elabora Marianela como enóloga de la bodega y que no saldrá al mercado hasta dentro de dos años. Pudimos catar unas muestras recién embotelladas, que claramente necesita más reposo y evolución en botella pero que marca la línea de acción de los nuevos vinos de Protos. Para mi sin duda fue la gran sorpresa de la noche y quizás el que más me gustara a pesar de que no esté del todo afinado.
Esta nueva línea de Protos intenta marcar mucho más la esencia de la tinta del país, con fruta más fresca, mucho más marcada. Toques lácticos, de mantequilla o yogur de fruta roja y una madera fina que acompaña, pero no se sobrepone en ningún momento.
Pudimos hacer la comparación con el crianza que actualmente está en el mercado que es el 2012 con un perfil más clásico de ribera, más extractivo y con una madera más presente pero sin tapar los toques elegantes de la tinta del país. Buen vino para un público amplio que busca un Ribera a buen precio.
Disfrutamos de estos dos vinos con unos calamarcitos salteados sobre habas, que combinaba muy bien con estos vinos más frutales de la bodega y donde tengo que decir que el calamar tenía una textura impecable.
La noche ya estaba siendo magnífica cuando llegaron los reserva y gran reserva de Protos. Dos vinos con una larga vida en botella, que mantienen un precioso color vivo y brillante y una acidez marcada pero bien integrada. Una madera elegante y un tanino maduro muy agradable.
Estos dos vinos fueron acompañados de un rabo de toro con reducción de vino tinto y pasta filo, sublime y del que faltó pan para poder mojar la salsita.
Marinela nos iba explicando vino a vino y la filosofía del mismo que había detrás. Quisieron sorprendernos con un vino que ya no está en el mercado y del que la bodega guarda algunas botellas para momentos especiales (GRACIAS!!!!!). Es el Protos Selección, que ya ha desaparecido del catálogo de la bodega y que además nos sorprendió con una de sus añadas más emblemáticas, el 2001. Un tinto que sorprende por su frescor, pero también por su nariz compleja y sutil, que necesita una larga decantación y que va evolucionando en copa tranquilamente, dando notas de tabaco, de fruta más licorosa que sus antecesores, con toques de vainilla y cacao y un postgusto goloso y largo. Un privilegio poder probarlo.
La noche ya acababa y nos pusieron ya el último vino, El Grajo Viejo, vino de autor de la bodega, que se elabora sólo los años excelentes y que es fruto de una doble selección de uva de una única finca, maloláctica en barrica y crianza en barrica de roble francés nuevo. Sin duda alguna complejo, estructurado, potente y elegante. Notas de especias de monte, fruta madura y toques de mermelada, con ligero tostado de madera muy elegante y goloso. En boca es el largo, sabroso y con un tanino maduro presente pero equilibrado con una muy buena acidez.
Para acompañarlo decidieron ofrecernos una tortilla de chocolate negro y blanco con petazetas... platazo. El chocolate con este vino se compensaba y potenciaba, dando un maridaje perfecto.
En definitiva una cena-maridaje fantástica, llena de sublimes platos y vinos elegantes y bien elaborados. Una combinación que no podía fallar.
Me llevo una imagen de bodega que evoluciona, que trabaja con amor y cuidado de la materia prima y mima sus niños, pero sobre todo con un equipo que sabe lo que hace, que trabaja con pasión y que tiene muy claro lo que quiere y cuando lo quiere. Una bodega que elabora grandes vinos a precios muy razonables y una noche en la que Protos desnudó su alma para nuestro gran disfrute.