Pero antes hablemos un poco de sus orígenes:
Pero antes hablemos un poco de sus orígenes:
Finca La Abeja es la Bodega más antigua de la Ciudad mendocina de San Rafael, incluso más antigua que la misma ciudad. En el año 1882, el francés Rodolfo Iselin compra las tierras actuales de la finca para comenzar a trabajar como bodeguero, pero fue recién seis años después cuando produce su primer vino. Iselin –también uno de los fundadores de San Rafael– no contaba con un pequeño detalle para comercializar sus vinos: sus productos debían ser trasladados en carreta debido a que el ferrocarril no llegaba a estas tierras y su vino se echaba a perder antes de llegar a destino.
Años más tarde llega el ferrocarril y la bodega de Iselin comienza a crecer. Pero no todo sería alegría para el francés: En 1903 muere su hija de 21 años y Rodolfo cae en una terrible depresión que lo hace regresar a su país natal. En la bodega queda a cargo su hijo William, quien despilfarra parte de la fortuna de su padre. Rodolfo se divorcia y contrae matrimonio con una joven bailarina 20 años menor que él. Por las presiones de la sociedad de entonces, regresa a San Rafael con su joven esposa y dos hijos más a retomar su actividad bodeguera y recuperar el trabajo que no supo hacer William, y lo logra.
En la década del 40, la bodega es comprada por una familia rosarina de apellido Ripa, quienes continúan con la producción de vinos a granel. La finca era conocida entonces como “La Abeja” por la gran invasión de estos insectos que sufrió durante la década del 30.
Su actual dueño, Pablo Asens –nieto de los Ripa– decide dar un giro al estilo de producción de la finca: Afirmaba que la bodega más antigua de San Rafael debía ser conocida en todo el país. Así fue que decide destinar sólo un diez por ciento de la producción al vino en granel y el resto realizar un producto de alta gama. En 2004 lanza al mercado interno la primera botella con etiqueta propia.
Su pequeña producción –de 120 mil botellas– está destinada en su mayoría a la venta en la bodega, donde miles de turistas la recorren cada año. En la visita guiada uno puede observar los antiguos piletones donde Iselin fabricaba su vino y las máquinas que trajo a principios del siglo pasado, que aún hoy se siguen usando.
El recorrido por la bodega muy cercana al centro de la ciudad incluye la historia plagada de tragedias y traiciones de este francés tan importante en la vida de San Rafaél.
Una vez de vuelta en Mendoza y con la bodega puesta en orden, se entera de una de las peores traiciones: su hijo tenía un romance con su madrastra. Iselin se entera por una criada y, según dicen los rumores, los encuentra en una situación sospechosa. Rodolfo deja todo y se va una vez más a su país natal, donde muere totalmente pobre vendiendo flores en las calles de París.
Rodolfo era un millonario con un gran impulso de negocios y sabía que para posicionar su producto debía primero hacer llegar el tren. Fue así que invitó a colegas franceses a trabajar en su finca, su forma de pago era en tierras y así nació Colonia Francesa: un asentamiento muy cercano al antiguo pueblo Villa del Diamante, fundado por el Ingeniero Julio Gerónimo Balloffet. La nueva ciudad comenzaba a crecer a pasos agigantados y los dos pueblos se unen para dar origen a San Rafael, nombre en honor al Virrey Rafael de Sobremonte. Lo que más me llamó la atención fue el buen estado impecable de la arquitectura y salí maravillada al ver los toneles de aquella época.
¡Da gusto poder tener a nuestro alcance, aunque resulte cursi la historia viva!
¡Espero que disfrutes este reporte!
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