Como ya os hemos contado en otras ocasiones, tenemos un huerto. Aunque en el pasado allí crecían diversos árboles frutales, actualmente sólo se mantienen unos perales muy viejos, un par de membrillos y un enorme cerezo.
Los perales corresponden a variedades autóctonas y dan fruta para casi todo el año. No se trata de las peras homogéneas y artificiales del super, sino de fruta menos vistosa pero con mucho más sabor. A partir de julio empiezan a madurar las peras de Donguindo que son amarillas e irregulares; en septiembre las peras blanquillas; en octubre las peras de Roma compiten con los membrillos reclamando ser vendimiadas; finalmente cogemos del último árbol las peras de cuchillo.
Las peras de Roma son una variedad tradicional de peras cuyo nombre probablemente haga alusión a que los primeros árboles fueron introducidos en las regiones mediterráneas por los romanos y procedente de la Germania, idea que no todo el mundo comparte. Son peras de invierno, redonditas y achatadas, de color verde que se vuelve amarillo cuando van madurando a partir de noviembre. Aprovechando que ya las tenemos recogidas y que aún no están en condiciones para ser comidas en crudo, hemos preparado una receta de compota que hacía en casa nuestra abuela Concha. Sencilla pero deliciosa, hubiera dado gusto hasta al más exigente emperador romano.
RECETA
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INGREDIENTES
1 kg de peras de invierno que no estén blandas (nosotras hemos utilizado pera de Roma) peladas y cortadas en cuartos.
2 cucharadas de azúcar
1 palito de canela
PREPARACIÓN
Poner las peras peladas y cortadas en la olla exprés, añadir el palo de canela y 2 cucharadas de azúcar. Cerrar la olla (no es necesario añadir agua) y dejar entre 5 y 7 minutos. El tiempo dependerá del grado de madurez de las peras y de la rapidez de la olla.
Si se hacen en cazuela convencional hay que dejarlas hervir a fuego lento y añadir un poco de agua. En este caso se puede probar si están cocidas pinchando con una brocheta.