Según parece, el origen del flan se remonta a los tiempos del Imperio Romano y se atribuye su invención a un tal Apicio, gastrónomo, del que se supone que vivió en el siglo I. La receta aparece en su obra De re coquinaria (Sobre materia de cocina, o Sobre las cosas de la cocina.) Lo cierto es que el tal libro es del siglo IV o V, así que probablemente sea sólo otra leyenda. Por cierto, que de la palabra flanse dice que es, (cómo no, tratándose de una delicatesen,) de estirpe francesa. Sea como sea es sin duda una auténtica delicia y yo conozco a alguien que asegura que es uno de los dos mejores inventos de la humanidad. (El otro, dice, es la ducha, sobre todo si se toma bien acompañado.) Pero volviendo a las cosas serias, el flan es un postre que a todo el mundo agrada, que permite variaciones que pueden cambiar ligera o incluso drásticamente su sabor y hasta su textura, lo que da opción a, con la misma idea, preparar platos distintos. Y es tan fácil de hacer como mezclar huevos, leche, edulcorante... y cocinarlo al baño maría. Aquí vamos a aromatizarlo con café y vainilla, usaremos estevia o sacarina en lugar de azúcar y lo serviremos acompañado de unos nísperos (aprovechando que están de temporada) confitados en brandi. Una fórmula que va a dejar satisfechos y felices a sus comensales. (Si utiliza estevia como edulcorante, agregue 2 cucharaditas de postre. Si decide utilizar azúcar, recuerde que deberá proveer dos cucharadas por huevo. Para la sacarina, un par de sobrecitos bastarán. Pero el duce, siempre a su gusto.)
Ingredientes para cuatro flanes individuales
500 cl de leche
8 huevos
Una taza de café (puede usarse descafeinado)
Edulcorante: azúcar, estevia, sacarina (al gusto)
1 - 2 vainas de vainillas
4 nísperos
Un vaso de brandi
- Batimos los huevos con el edulcorante. Reservamos
- Ponemos en un cazo la leche, añadimos la vainilla incluida la vaina, (recuerde: extraemos las semillas del interior de la vaina cortándola cuidadosamente a lo largo) llevamos al fuego y en cuanto empiece a hervir la retiramos y reservamos en infusión hasta que esté tibia.
- Retiramos las vainas de vainilla y añadimos el café y el batido de huevos.
- Vertemos esta mezcla en flaneras individuales o en una grande, las colocamos en una bandeja, apta para el horno, con un vaso grande de agua en el fondo, y lo llevamos al horno que habremos precalentado a 180º. Dejamos hacer unos veinte minutos o hasta que al pinchar el flan el picho salga limpio.
- Dejamos enfriar. (Es buena idea hacerlos con suficiente antelación, la noche antes, por ejemplo, guardándolos en la nevera.)
- Cuando vayamos a servirlos, pelamos los nísperos, les quitamos las semillas y la telilla interior, los cortamos en gajos y los ponemos en un cazo con el brandi, a fuego muy suave. Dejamos que se hagan hasta que el brandi haya reducido a la mitad.
- Sacamos los gajos, dejamos que escurran y reservamos.
- Desmoldamos los flanes y servimos acompañados de los gajos de níspero y bañados con el brandi de haberlos confitado.
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