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INGREDIENTES
Para el hummus:
1 bote de garbanzos cocidos (y su líquido)
2 cucharadas soperas de tahina (pasta de sésamo)
1 cucharadita de sal
1/2 limón exprimido
1-2 dientes de ajo
1 cucharada de comino molido
Pimentón dulce (de Candeleda el mío, como siempre)
1 cucharada de Ras-Al-Hanout (opcional)
Aceite
Para el guacamole:
3 aguacates
1/2 cebolleta
2 limas
Cilantro fresco
Chili picado (para los de paladar bravo)
Aceite y sal
Duración: 15 minutos.
La verdad es que estos dos platos son de presencia obligatoria es mis convites o festines. Son sabrosos, sencillos, socorridos y gustan a todo el mundo. Siempre me preguntan el truco. Y, ciertamente, no lo hay. Como en todo el universo culinario se trata de ponerse y dar con el toque maestro de cada uno. Son un éxito asegurado. Te garantizan un picoteo distinto y para colmo, los comensales te dejan el bol como recién salido del lavaplatos. Poco más se les puede pedir. Nos ponemos.
Hummus:
Lo primero es colar los garbanzos, guardando el líquido de conserva (también se puede usar un poquito de agua, a vuestra elección). Los vertemos en un vaso de batidora y reservamos unos cuantos garbanzos enteros para la decoración.
Incorporamos el ajo troceado, las cucharadas de tahina, el limón, el líquido de conserva (la cantidad dependerá de si os gusta más o menos denso), sal, un poco de comino y aceite. Y ahora sólo queda batir bien. Despacio, con calma, hasta conseguir la textura deseada. Vertemos en un bol y decoramos con los garbanzos enteros, comino, pimentón dulce y un chorrito de buen aceite de oliva virgen extra.
Tostamos unos panes de pita en la sartén y nuestro paladar se irá de viaje al zoco de Marrakech.
Guacamole:
Sacamos la carne de los aguacates y la vamos disponiendo en un plato. Con un tenedor (y no con batidora) vamos aplastando bien. Se trata, o al menos ese es mi gusto, de conseguir una pasta desigual y no muy triturada. Añadimos el zumo de lima, el cilantro (ojo que en exceso domina todo el sabor), la sal, el chili y la cebolleta muy picada. Mezclamos todo bien y decoramos con una hoja de cilantro.
Acompañamos con unos tortillas crujientes y nuestro paladar se irá de viaje al reino azteca.
Película ideal para degustar el plato
"GUNFIGHT AT THE O.K. CORRAL" ("Duelo de titanes" de John Sturges - 1957)
¿Por qué?
Nuestras recetas de hoy se plantean como un desafío, un reto, un guantazo en la cara del rival para despacharse a gusto en un bis-a-bis violento. Puestos a desparramar nuestra cinéfila ilusión, hay que fijarse en grandes duelos que encajen con nuestro planteamiento. Hay muchos, es cierto, pero una de las mejores obras que reflejan la tirantez humana tal vez sea "Duelo de titanes". El film fue cocinado por un maestro del género, John Sturges. Un chef de la cámara que gestó piezas tan populares y deliciosas como "La gran evasión" o "Los siete magníficos". En esta revisión de la conocida leyenda de O.K Corral, se nos muestra la relación entre el sheriff Wyatt Earp (Lancaster) y el borrachín y problemático Doc Holliday (Douglas), y cómo deben aunar fuerzas para combatir a los poderosos Clanton a lo largo y ancho del oeste. Su historia, como la de nuestra propuesta, viene a simbolizar cómo dos ingredientes totalmente opuestos en apariencia, fondo y configuración, pueden complementarse en una mesa (de saloon) para derrocar los paladares más selectos. Como en la película, será difícil decantarse por uno de los protagonistas. Lancaster y Douglas están inmensos (porque lo fueron) y en su interpretación se respira una afinidad pocas veces vista en la gran pantalla. Nuestros entrantes se complementan a la perfección. Sus sabores son intensos: ajo, comino, cilantro, chili... Unos ingredientes que les otorgan una virulencia gustativa, especialmente necesaria para derrocar a aquella familia Clanton (o vosotros mismos), cuyo único deseo es devorar todo lo que ven. Así pues, nos topamos con dos titanes del séptimo arte y del arte gastronómico, y un gran duelo por degustar...