Para empezar, debo deciros que la mayoría de pescado que consumimos ha sido congelado previamente, pues es necesario este proceso para librarnos de molestos parásitos, como el temido 'anisakis'. Además, este tipo de conservación del pescado nos permitirá mantenerlo en nuestros congeladores el tiempo que juzguemos necesario, y sacarlo cuando queramos consumirlo.
Al contrario de lo que se cree popularmente el pescado congelado no pierde sabor ni nutriente alguno, ni posee menor calidad que el pescado fresco. De hecho, habría que ser un excelente catador para diferenciar el pescado fresco del congelado, una vez cocinados ambos en una buena receta. Si el sabor es diferente, se debe a una negligencia en el proceso de congelación durante el transporte o la venta, o que lo hemos descongelado mal en nuestros hogares.
El pescado congelado debe consumirse siguiendo antes unas pautas sencillas, que nos ayudarán a conservar su sabor y calidad. Por ejemplo, el proceso de descongelado es primordial ya que de él depende el éxito de la comida. Para hacerlo, basta con colocar el pescado en un recipiente en la nevera. Sin embargo, si lo que necesitamos es una descongelación rápida, el programa adecuado del microondas puede ayudarnos en esta tarea, o incluso, sumergirlo en agua fría hasta que se descongele, en caso de querer descongelar marisco.
El pescado congelado es una buena opción, no sólo para los que no tenemos tiempo de comprarlo a diario. Como usualmente viene troceado, y bien limpio, con pocas (o ninguna) espinas, es ideal para los más pequeños.
¿Que prefieres, pescado fresco o congelado?