Ayer día 5 de junio me incorporé a mi puesto de trabajo tras mis 16 semanas de baja y los 15 días que me han correspondido al acumular y disfrutar de manera continuada las horas de lactancia.
Debo confesar que llevaba un tiempo dándole vueltas a cuándo retomar el blog, si a mi vuelta a la vida laboral, o después del verano. Aún a riesgo de que haya gente que a estas alturas de año vaya echando el cierre a sus cocinas de cara a los rigores del calor a mí me podía el mono de reencontrarme con vosotros y aunque no me daba tiempo a preparar una entrada con receta para esta semana me apetecía asomar la cabecita por aquí y contaros qué ha sido de mi vida en los últimos meses.
Elena llegó a nuestras vidas el día 29 de enero. Fue un parto rápido, tan rápido que si espero un poco más llega por el camino al hospital. El 28, lunes, yo estuve trabajando normalmente, pero de madrugada empecé a notar alguna molestia y fue mi marido el que insistió en que nos marcháramos para el hospital.
Fue un parto sencillo (dentro de lo que es un parto) y a las 10.50 tenía a Elena en brazos. Midió 50 centímetros y pesó 3,430 kilos.
Cuando me la pusieron encima fue como volver a vivir el nacimiento de Lara porque eran bebés muy parecidos. Hay quien se empeña en que son diferentes pero yo les sigo viendo muchas cosas iguales a ambas. Sólo hay que darle tiempo al tiempo y ver cómo cambia (o no) la benjamina de la familia.
Elena es una morenaza traquila y serena. Nació con mucho pelo y por el momento ha perdido muy poquito. En las primeras semanas de vida hacía en torno a 400 gramos de peso a la semana así que crecía por horas. Lo cierto es que he tenido mucha suerte con mis hijas en lo que a ganar peso se refiere y por el momento no ha sido una de nuestras preocupaciones.
Ahora su ritmo ha decaído (y menos mal o sería una niña gigante) y el lunes tuvimos la revisión de los cuatro meses. Pesa 6,750 kilos y mide 65 centímetros.
La llegada de Elena ha sido menos complicada que en su momento fue la de Lara. Y no es que la experiencia sea un grado, que también influye, es que esta vez ha llegado a nuestras vidas uno de esos bebés que comen y duermen y no se pasan el día y la noche llorando.
A veces me he sentido mal porque tengo la sensación de que le presto mucha menos atención que a su hermana, que celos no ha tenido, pero a la que le gusta reclamar su tiempo con mamá. Confesaré que los fines de semana se me hacían muy largos con los cuatro en casa y que estaba deseando que llegara el lunes por la mañana para quedarnos Elena y yo solas, tranquilas, para disfrutar de su serenidad, sus sonrisas y verla evolucionar día a día.
Me encanta ver cómo han congeniado. Para Lara Elena es una muñeca. Para Elena Lara es el centro del mundo y se deshace cada vez que la escucha o que se acerca a ella. Y yo cada vez más contenta con mis dos niñas.
Esta segunda maternidad ha sido muy diferente a la primera. He vuelto a vivir cosas que ya viví con Lara, he vivido cosas nuevas con Elena y hay cosas que pasamos con Lara que por fortuna no hemos tenido que volver a vivir. Igual suena extraño, pero ha sido muchísimo menos complicado de lo que me esperaba. No sé cómo va a ser ahora, con mi incorporación al trabajo, que es cuando realmente empieza nuestra "vida real" pero saldremos adelante.
Quiero daros las gracias a todos los que os habéis interesado por nosotras a través de comentarios, correos, mensajes en WhatsApp, llamadas de teléfono, todos los me gusta y las bonitas palabras a las fotos en redes sociales... Gracias por tanto y tanto cariño y por los regalos que hemos recibido de todos los rincones del país. Sois fantásticos.
Y gracias por seguir por aquí a pesar de mi ausencia. La semana que viene, si no ocurre nada inesperado, ¡tendremos receta! así que me iréis viendo visitar vuestras cocinas poco a poco en los próximos días y espero contar con vuestra compañía en esta nueva etapa del blog.