Desastres en la cocina 2014



Hace ya algún tiempo, publiqué una entrada titulada "Grandes desastres en la cocina 2.0", (pinchando AQUÍ la podéis leer) en la que enseñaba cómo a todos los que nos ponemos a cocinar nos pasan cosas, y que, aunque parezca que, por tener un blog de cocina, todo lo que preparamos nos sale bien, nada más lejos de la realidad, jajajaja.

Han pasado los años, y, aunque ?como es lógico- siempre se mejora y se aprende, no por ello los desastres dejan de suceder.

A veces, se trata de simples errores nuestros: despistes, malos cálculos de tiempo, ingredientes omitidos o sustituidos por otros que no "funcionan", exceso de algún producto, "accidentes" a la hora de desmoldar o presentar?
Otras, son "fallos técnicos": hornos que calientan de más o de menos, gomas deterioradas de ollas a presión? 
A veces, el plato tiene una pinta espectacular, pero, a la hora de ir a probarlo, la decepción es total y absoluta: el aspecto externo no se corresponde con su sabor.

Pero también tenemos las que yo llamo "recetas imposibles". Algunas contienen errores de traducción o de imprenta que, inexplicablemente, nadie corrige (se ve que no las han preparado nunca). Otras  nos muestran unas imágenes preciosas, impactantes, dignas de un blog de fotografía gastronómica más que de uno de cocina (ya sabéis lo que opino sobre ese tema)? pero, ¡ay!, cuando uno se pone a hacer la receta, el resultado no se aproxima NI DE LEJOS a esa maravilla que aparece en las fotos.  Y, por último, y, aunque parezca increíble, nos encontramos con aquellas recetas que están mal redactadas "a propósito": falta (o sobra) algún ingrediente o paso clave, lo que hace que jamás de los jamases nos puedan salir bien. 
El porqué de esta actitud se me escapa: entiendo que alguien no quiera compartir una receta que se considere "secreta" de un restaurante o familia, pero publicarla "mal" a sabiendas, para que no salga igual, no me cabe en la cabeza. Y pasa más veces de lo que os podéis imaginar: es posible que a una persona no le salga una receta, pero cuando le pasa lo mismo a unos cuantos, o cuando lees las cantidades y algo no te cuadra? malo.

Sea cual sea la causa, el caso es que, tarde o temprano, las pequeñas "catástrofes" hacen acto de presencia en nuestra cocina. Si esto ocurre, ya sabéis, no hay que desanimarse: a seguir intentándolo, o a adaptar la receta si no nos cuadra del todo.

Aquí tenéis una pequeña muestra de mis "desastres" de 2014 (y alguno anterior). Muchos de ellos se pudieron solucionar; otros, necesitaron de varios intentos; en otras ocasiones, hubo que tirar todo a la basura; y, en otras, la receta necesita de una "revisión". Pero, bueno, el caso es que os riáis mientras contempláis estas "maravillas".
Con este resumen de las "pifias" del año, me despido de vosotros hasta el 2015. Os deseo un año lleno de alegrías y buenos momentos, y en el que sigamos compartiendo cocina, viajes, aficiones, y risas.
Y ahora, vamos con el cachondeo: LOS DESASTRES DE MORGUIX-2014.

1)LAS PRISAS SON MALAS CONSEJERAS:

La "preciosidad"que encabeza esta entrada, y que ya habéis visto, es un proyecto de "coulant".  Y digo "proyecto", porque sus hermanitos salieron en perfectas condiciones del horno? unos cuantos minutos después, jajaja.  La receta indicaba un tiempo aproximado de horneado, y yo saqué uno justo cuando transcurrió ese tiempo, sin tener en cuenta que mi horno es más lento que el caballo del malo. Por supuesto, como no estaba lo suficientemente firme, se desmoronó completamente. Y, además, la crema sabía a harina sin cocer, ¡una pena!.

En este caso, el desastre fue parcial, porque los demás quedaron estupendos (ya subiré la receta uno de estos días). La única consecuencia "triste" del asunto es que yo me quedé sin postre, jajajaja (abnegada que es una).

Afortunadamente, los de la cena eran "de confianza"... pero, para estos casos, una de mis reglas es NUNCA servir en una comida o cena formal o de compromiso algo que antes no se haya ensayado con "los de casa".
Y, por supuesto, salvo que ya tengamos muy controlada la receta, vigilemos siempre el horno, para no pasarnos ni quedarnos cortos.

2)LA RECETA IMPOSIBLE.



Cuando viajé, el año pasado, a Croacia, y como no había localizado libros de cocina en inglés (y, obviamente, el croata no lo "domino", jajaja), a la vuelta me puse a buscar recetas típicas del país por internet, puesto que siempre me gusta cocinar recetas de los países que visito. Y encontré unos pastelitos de chocolate que, a primera vista, sonaban bien ricos.

Me puse a leer la receta, y había unas cuantas cosas que no me cuadraban: la redacción era muy extraña (y lo curioso es que encontré esa receta, redactada de la misma manera, en un montón de páginas españolas, chilenas y argentinas). Posiblemente, se deba a un error de traducción del croata al español, o también a un fallo mecanográfico, pero había algunos ingredientes cuyas cantidades eran disparatadas. Para empezar, a mi juicio, la cantidad de azúcar que llevaban era tremenda (medio kilo), teniendo en cuenta que la receta incluía, además, mantequilla, frutos secos y chocolate. Así que la reduje a 100 gramos.

Pero el problema fundamental se presentó con la cobertura: había que derretir el chocolate con dos cucharadas de agua, y después cubrir con él la bandeja en la que se ponía la masa de los pastelitos, meter en la nevera, y cortar, cuando estuviera fría, en rectángulos. Y sucedió lo que os podéis imaginar: al enfriarse, el chocolate se convirtió en una capa crujiente, IMPOSIBLE de partir sin destrozarla.  Por supuesto, intentar cortar aquella capa en rectángulos o cuadrados más o menos regulares era poco menos que una obra de ingeniería: cualquier intento de corte implicaba que los trocitos de chocolate durísimo salieran volando en distintas direcciones, jajaja.

Así que tuvimos que comernos los supuestos "pastelitos" a trozos irregulares, sin sacarlos de la bandeja-molde, con la "magnífica" presentación que veis (la foto está tomada antes de lanzarme a intentar cortarlos). Y, dicho sea de paso, estaban superdulces, así que no me quiero ni imaginar cómo podían estar con 500 gramos de azúcar.

Supongo que con una ganaché normal, los pastelitos quedarían bien, pero no los he vuelto a hacer, porque son muy calóricos y no nos conviene. Lo intentaré. Pero, vamos, que la receta, si la preparo de nuevo, estará totalmente tuneada, porque vaya tela marinera, jajaja. Entre las cantidades, las explicaciones y la cobertura... 

3)DIFERENCIAS ENTRE PRODUCTOS.

Por alguna extraña razón, hay recetas que quedan bien con un ingrediente de un determinado tipo o marca, y, si utilizas otro, no salen igual. Este es el caso de las galletas BLANCO  Y NEGRO.

-Éstas son las galletas rebozadas en azúcar glas (molido, o impalpable) COMERCIAL?



-Y éstas son las galletas rebozadas en azúcar glas molido EN CASA:



Feas como ellas solas, jajaja, parecen "cagarrutas".

Por lo visto, el azúcar glas que se comercializa tiene algún estabilizante, o un poco de maicena para que se vea más blanco, y esto hace que no se absorba por la galleta húmeda, y aparezca ese craquelado tan bonito. Pero, claro, en ese momento  no tenía azúcar molida "comercial", y decidí pulverizarla yo misma, con la Thermomix. Total, daba igual, ¿no?. Pues no, jajaja.

Me dijeron que esto se podía solucionar añadiendo al azúcar molido en casa una pizquita de maicena, pero no lo he probado.

Eso sí, la bandeja "fea" cayó enterita en casa. Presentables no estaban, pero ricas, sí, jajaja.

4) LA TARTA QUE NO QUERÍA SALIR DE SU MOLDE.



Para conseguir hacer la "Tarta Nua" (cuya receta encontraréis AQUÍ), tuve que intentarlo 3 veces. 

Y las dos primeras me acordaba de aquel anuncio de "Babybel", que decía: "El miniqueso al que le gusta salir"... pues bien, a la dichosa tarta NO le gustaba salir de su molde, jajaja.

Yo creo que fue otro caso de "receta imposible", puesto que las dos primeras veces la copié de un blog en inglés, lleno de fotos maravillosas... pero que, por lo que se ve, después no se corresponden con la realidad. 

Y es que la dichosa tarta no salía del molde de ninguna de las maneras, no había forma. Ni con moldes desmontables, ni con papel engrasado en el fondo, ni con "spray" desmoldante, ni leches en vinagre. Así que no sé si es que la receta omitía algún paso, ingrediente o truco, o si es que yo soy torpe como un cerrojo, pero nada, no hubo manera. 

Por lo tanto, busqué otra versión de la misma tarta, y POR FIN la pude hacer:



Riquísima, merece la pena de verdad. Pero, "curiosamente", el blog de donde saqué la segunda (y definitiva) versión de la tarta era mucho más "sencillito" que el primero en lo que a "despliegue fotográfico" se refiere. Qué cosas...
5) EL LOMO CRUDO Y RESECO.
En este caso, o la receta se calculó para una pieza mucho menor de carne, o para un horno bastante más rápido, o yo perdí la cabeza, o no sé que pasó, jajaja.
Porque intenté hacer un lomo relleno de queso y jamón; según la receta, bastaba con 1 hora de horneado. Y, después de DOS HORAS LARGAS en el horno, a la temperatura indicada, este era el "magnífico" aspecto del lomo.



Quizá me precipité al sacarlo, pero la verdad es que tenía muy mala solución: la carne reseca, y cruda. Intenté picarla para utilizarla como relleno de un pastel salado, pero estaba nada más que regular, jajaja.
Una pena, seguiré probando versiones de esta receta, a ver si le pillo "el punto"...
6) BERENJENAS RELLENAS DE TORTILLA "DECONSTRUIDA".
¿Veis esta berenjena rellena?.
¿A que, aparentemente, tiene una pinta estupenda?. ¿A que se ve  muy bonita, con ese gratinadito dorado?



Pues... LAS APARIENCIAS ENGAÑAN, jajaja.
La berenjena, por fuera, quedó perfecta, gratinada y doradita... Pero, por dentro, después de más de hora y media de horneado, la tortilla estaba absolutamente líquida: no cuajó más que la capa superior.


Aquí podéis ver cómo, según se iba abriendo, la "deconstrucción tortillil" iba en aumento. Y, al "profundizar" en la berenjena, te encontrabas con el huevo líquido humeante, jajaja.
Nos la comimos porque no hay que tirar nada, que está la cosa muy mal, pero, desde luego, la pobre berenjena no estaba para ser presentada en sociedad, jajaja.
En fin, ya veis que este mundillo de la cocina tiene estas cosas, así que no os desaniméis cuando el desastre culinario llame a vuestra puerta. Al final de cada año, encontraréis que son más las satisfacciones que las "catástrofes", por lo tanto, ¡a seguir cocinando!.
¡FELIZ AÑO NUEVO!.

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