Desde la playa de la Ermida hasta la senda del Anllóns: tercera etapa del "Camiño dos faros"

Nuestro particular recorrido por el Camiño dos Faros lo fraccionamos en tres fases. La primera de ellas nos ocupó tres etapas. Esta es la crónica de la última etapa de la primera fase que nos llevó desde la playa de A Ermida hasta la senda del río Anllóns.



La playa de A Ermida es un enclave natural de alto valor ecológico que forma parte del espacio protegido de la Red Natura 2000. Una pasarela de madera nos conduce directamente a su arena blanca y fina. Desde aquí podemos ver enfrente la pequeña Isla da Estrela, lugar que fue usado como cementerio ya en el medievo, donde se enterraban las víctimas desconocidas que devolvía el mar. Conserva también los restos de un castro y de una capilla dedicada a la Virgen da Estrela.

Cruzamos la playa y pasamos por el lugar de Gondomil, allí nos encontramos con un monumento fascinante, A Pedra da Serpe, un relieve de origen desconocido y fecha incierta pero cargado de simbolismo.



Empezamos a subir por el medio de la vegetación hasta alcanzar una pista forestal que nos llevará hasta el Monte da Facha.

Las vistas desde lo alto del Monte da Facha de la desembocadura del río Anllóns, que forma la Ría de Corme y Laxe, son todo un espectáculo merecedor de una pausa en el camino.

Ría de Corme y Laxe from Toñi Caseiro (Marieta) on Vimeo.

Proseguimos la marcha hasta nuestro siguiente objetivo, la preciosa Playa de Balarés, que está dividida en dos por una zona de rocas, formando las llamadas Balarés Grande y Balarés Pequeña. Situada en el interior de la ría y a los pies de Monte Blanco, llegamos a ella cruzando su cuidado pinar y una pasarela de madera en la que nos encontramos con un simpático personaje.

En este lugar, justo donde se encuentra el pinar y en el límite con la playa, estuvo situada la mina de Titania entre 1935 y el 1964, que proporcionó trabajo y grandes beneficios económicos para la zona.

Los últimos kilómetros nos van a llevar por el estuario del río Anllóns, un valioso ecosistema formado por Monte Branco, el complejo dunar y la ensenada da Insua con la desembocadura del río. Un paisaje de espléndida riqueza natural.

Acercándonos ya a la desembocadura del Anllóns, vemos a lo lejos la illa da Tiñosa.



Y poco después nos encontramos con el hermoso complejo dunar, un lugar especialmente sensible y frágil, por el que conviene transitar únicamente por el sendero marcado, sin pisar la vegetación ni acercarse a las dunas.

Dejando atrás las dunas continuamos la marcha por un sendero que transcurre paralelo al río. Muchas aves escogen este estuario como hábitat para pasar largas temporadas, por lo que se trata de un lugar privilegiado para la observación de las aves, de hecho hay una caseta habilitada para tal fin.

Al final del sendero nos desviamos a la derecha para atravesar el xunqueiral por el malecón do Couto.


Entramos en Ponteceso y pasamos junto a la casa natal del poeta Eduardo Pondal.

El puente que da nombre al pueblo de Ponteceso fue construido en el siglo XIX sobre los restos de uno antiguo. Separa los concellos de Ponteceso y Cabana, es de silleria de granito y consta de cinco arcos.

Ponte

Salimos de Ponteceso recorriendo un pequeño tramo de asfalto, estamos en el concello de Cabana de Bergantiños. Tenemos que estar atentas de abandonar la carretera a la altura de la nave industrial de Apiglasa, y tomar el camino de tierra que aparece a la derecha y que nos llevará al estuario.

Alcanzamos de nuevo la desembocadura del río y desde allí tomamos una pista forestal que sube al Monte das Pías.

Llegamos a O Curro, aquí comienza la Senda do Anllóns, el final de nuestra etapa.

Apenas cuatro kilómetros por recorrer, llegamos a la playa de Urixeira, donde podemos ver a las mariscadoras “recolectando” berberecho.

Llegamos a la Plaza do Pendón donde se levanta este pequeño mural de cerámica como homenaje al pueblo de Japón y los afectados por el accidente nuclear de Fukushima. En el está escrito un poema de Kobo Daishi.

En la playa do Pendón terminamos nuestra aventura. Un paseo por su orilla para refrescar los cansados pies y después un más que merecido almuerzo para reponer fuerzas. Sentadas en la arena disfrutamos de las maravillas que la naturaleza nos regala.

Mientras esperamos a que llegue Enrique, nuestro taxista, para llevarnos de nuevo a Ponteceso donde tomaremos el autobús de regreso a casa, observamos las embarcaciones de madera típicas de esta zona donde aún se conserva la tradición artesanal de las carpinterías de ribera.



¡Completada felizmente la primera parte de nuestro objetivo!

Etapa anterior

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