La pasada conferencia de Sociedad para la Microbiología General, celebrada en la Universidad de Warwick (Inglaterra), ha puesto explícitamente de manifiesto, la destacable propiedad de este tipo de aceite, rico en ácidos grasos saturados, frente a otros aceites vegetales como el de oliva, como inhibidor de crecimiento de la mayoría de cepas de estreptococo, entre las que se encuentra streptococcus mutans, principal responsable del desarrollo de caries que afecta a un amplio porcentaje de la población.
Esta cepa concreta de streptococcus se encuentra en la cavidad oral humana, formando parte de la placa bacteriana dental. Es transmitida habitualmente por la saliva de la madre al niño durante los 30 primeros meses de vida.
La bacteria es capaz de descomponer los azúcares incorporados a través de la dieta, formando ácidos que atacan al esmalte dental (liberación de calcio para neutralizar el exceso de ácido). Se trata pues de un acidogénico capaz de vivir en condiciones de pH bajo; que metaboliza además la sacarosa para producir polisacáridos extracelulares, que facilitan su adhesión a las caras libres de las piezas dentales, originando destrucción de tejidos y pérdida de piezas dentales a largo plazo.
El estudio, aún en fase de experimentación en cuanto a mecanismos de actuación, se ha llevado a cabo con aceite de coco modificado con enzimas, de forma similar al proceso que tiene lugar durante la digestión. Estos enzimas favorecen la descomposición del aceite de coco en ácidos grasos saturados, de amplio espectro de aplicación frente a patógenos.
Su efectividad ha sido contrastada igualmente frente a otras cepas bacterianas y especialmente frente a un tipo de levadura causante de candidiasis: “Cándida Albicans”.
Su uso como alternativa a otros productos sintéticos habituales de pastas dentífricas supone una interesante opción que presenta ventajas adicionales relacionadas con el fenómeno de “resistencia” que presentan ciertos antibióticos usados frente a infecciones bucales.