Todavía nos espera un largo camino hacia la normalidad, pero ya hemos dado un paso más y las cafeterías, bares y restaurantes de Castellón, la ciudad donde vivo, reabrieron sus terrazas el lunes pasado en el primer día de la Fase 1 de la flexibilización de las restricciones de coronavirus.
Hoy he visitado una de estas terrazas para almorzar. Me siento muy feliz. Me siento normal y viva. Comer un bocadillo y tomar un café ha resultado increíble. Es como si la vida comenzara de nuevo.Después de tanto tiempo confinados en casa, bajo medidas de seguridad e higiene extremas, ahora podemos salir e incluso quedar con familia o amigos a tomar algo en una terraza.
Un tiempo magnífico, casi de verano, ha acompañado desde el primer día en que abrieron las terrazas. Las temperaturas, muy agradables, ayudan a que apetezca sentarse en alguna de las terrazas que ya han abierto. Todavía muy pocas.
He visto a gente de todo tipo sentada en las terrazas: jóvenes y mayores, familias y amigos. Como hay menos mesas, mucha gente tiene que guardar turno para poder sentarse. Pero no importa. La vida ahora tiene otro tempo. Si llevamos dos meses esperando, por esperar un poco más no va a pasar nada.
Cuando una mesa queda libre el personal de la cafetería, que obligatoriamente llevan mascarilla y guantes, desinfectan concienzudamente las sillas y las mesas.
Os puedo asegurar que estaba deseando tomarme ese bocadillo y ese café de bar recién hecho. Me ha sabido a gloria.