Los grisines son un pan crujiente, fino y alargado de procedencia Italiana. También llamados colines, yo directamente los llamo palitos.
Son ideales para picotear y mojar en salsitas. Aunque los comí alguna vez, no es una cosa que suela tener en mi despensa. Pero viendo lo ricos y sencillos que son los caseros seguro que repetiré.
Le añadí un extra de tomate concentrado, cebolla frita y orégano. Con su delicioso sabor y textura crujiente resultan adictivos. Pica que te pica, jejeje.
INGREDIENTES:
250 gr. de harina panadera
4 gr. de sal
5 gr. de levadura fresca
20 gr. de AOVE (y un poco más para pincelar)
115 gr. de agua
20 gr. de tomate concentrado
1 cucharada de orégano
2 cucharadas de cebolla frita
PREPARACIÓN:
Deshacer la levadura en el agua templada. Mezclar con el resto de ingredientes y amasar hasta que la masa este bien lisita.
Formar una bola y dejar fermentar tapada hasta que doble volumen.
Una vez fermentada desgasificar y estirarla finamente formando un rectángulo. Cortar tiras de masa de un dedo de grosor aproximadamente y hacerlas rodar para formar los grisines.
Precalentar el horno a 200º.
Colocar los grisines en una bandeja de horno, pincelarlos con aceite y hornear unos 15 minutos hasta que empiecen a dorarse.
Dejarlos enfriar y disfrutarlos como más apetezca!
Hasta el próximo día!