Una labor de horas para preparar una tarta con tres suaves bizcochos empapados en jugosísimo almíbar de vainilla e intercalados con generosas capas de crema que te convertirá en un aficionado al deporte rey aunque jamás te haya gustado el fútbol. ¿Cómo lo hacemos? Atacando directamente a tus más oscuros centros de placer, saturándolo con azúcar y sabores espectaculares. Con esto conseguimos que te cambies de club, de nombre y de sexo si nos ponemos serios.
Fijaos que hemos empleado una fina capa de colorante dorado en polvo para la corona y los detalles tipográficos, lo que aporta un curioso efecto brillante a este descomunal monstruo de más de cuatro kilogramos de peso que esperamos haga la boca agua a todos los aficionados y golosos que os escondéis tras el monitor, consumiendo cantidades ingentes de pornografía gastronómica.
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