"El Día de Todos los Santos" se acerca a una velocidad pasmosa. Queda apenas unas semanas y este año va a enmarcarse en uno de los climas más atípico de los últimos años. El termómetro marca 29ºC, estamos muy cerca de Noviembre y de seguir así, no podemos sino esperar la más absoluta de las destrucciones o aún peor: ¡una segunda operación bikini! Pero eso no nos impedirá elaborar uno de los dulces más tradicionales de estas fiestas. ¡Los buñuelos de viento!
Rellenos de crema de vainilla, de chocolate, nata (crema de leche), arroz con leche, de tofee, Nutella o de cualquier cosa que tengáis en casa: argamasa, cemento cola, restos de pizza... en UhmmmCookies! siempre hemos dicho que los buñuelos no son sino un vector, una buena excusa que justifique el relleno que alberga en su interior este bollito frito de origen judío y cristianizado con posterioridad para el disfrute de unas masas hambrientas que sacan pecho y entrenan con voracidad, preparándose para los festines navideños.
INGREDIENTES: (Para 30-40 buñuelos)
250ml. de agua
150gr. de harina
30gr. de mantequilla
15gr. de azúcar
4 huevos medianos
Una cucharadita de levadura química
La piel de un limón
Aceite de girasol
Cremas para el relleno
Azúcar glass para la decoración
PREPARACIÓN
LA MASA La preparación es extremadamente sencilla. Sorprende como estas pequeñas pelotas de masa frita similar a la de un churro, pueden encontrarse en pastelerías a precios que rozan la obscenidad. Sin embargo hemos de confensar que tras probar varias recetas, nos ha costado un par de intentos y unas cuantas modificaciones para conseguir unos buñuelos bien cocinados y con una textura agradable.
Nuestras pequeñas bombas calóricas comenzarán gestándose cuando calentemos en un cazo el agua con la mantequilla, el azúcar, la sal y la cascara de limón, hasta llevarla a ebullición y manteniéndola hirviendo durante un par de minutos. En este punto, la mantequilla ya se habrá derretido y la cáscara habrá aromatizado sutilmente la mezcla. Ilusos de vosotros si pensáis que tan sólo 30gr. de mantequilla hará de vuestros buñuelos un dulce light. Si buscáis un blog de comida ligera, os habéis equivocado, sospechamos que incluso leyendo estas líneas podríais llegar a engordar un par de kilos antes de haber terminado.
Ahora apartamos del fuego, quitamos la cáscara de limón y añadimos la harina combinada con la levadura y mezclamos con una espátula hasta que quede una masa homogénea, suave y sin grumos. Los grumos hacen llorar al Niño Jesús.
Dejamos que la masa se enfríe durante unos quince minutos y empezamos a incorporar los huevos uno a uno, mezclando hasta que quede bien integrado y la masa sea homogénea. Esta parte resulta especialmente frustrante, porque la masa se escurrirá como un macarrón en la boca de un anciano y terminaréis moviéndola en círculos por todo el cazo gritando e invocando a las fuerzas del averno. Tranquilos, al final se integra, se escurre pero se integra.
Sabréis que habéis terminado cuando no os queden insultos en el repertorio y cuando levantéis la masa con la espátula y al dejarla caer lo haga en forma de cinta que se pliega. ¿Recordáis como cae el caramelo en los anuncios de las barritas de chocolate? Algo similar.
FRIENDO
Para freir los buñuelos, utilizad un cazo profundo y llenadlo de aceite. Como buenos jienenses utilizaríamos aceite de oliva, pero quedaría un sabor demasiado intenso, preferimos el toque suave y un poco más neutro del aceite de girasol. Por favor, usad un aceite limpio para la ocasión. Recuerdo un restaurante donde nos sirvieron un postre de «leche frita» al punto de ajo. Una cagada monumental solo comparable al tordo de triceratops de Parque Jurásico. Aquella noche se notó una perturbación en la Fuerza y a Chicote le subió un reflujo.
Ahora viene lo divertido. En todas las recetas que hemos probado empleaban el aceite calentándolo a 150ºC. En nuestro caso quedaban crudos por dentro y demasiado hechos por fuera. Aquí apelamos a vuestro sentido común si es que alguna vez habéis preparado unas croquetas. Probad a praparar uno primero. Con el aceite demasiado frío quedarán aceitosos, y si no matáis a vuestros comensales de acidez estomacal, los buñuelos quedarán pesados, pringosos y encharcados. Demasiado caliente y se tostarán demasiado quedando crudos por dentro. Preparad uno y probadlo. Asumid que la masa recien frita sabrá un poco rara, y tal vez notéis que por dentro quedan con un puntito crudo. Ignoradlo, ese es el punto y al enfriarse sabrán como un buñuelo ha de saber.
Para que queden bien esféricos nosotros hemos utilizado la cuchara de helado -la que usamos para dosificar los cupcakes-. Se moja un poco en aceite para que no se pegue, se carga una cantidad equivalente a media cucharada sopera rasa, y a freír. También podéis utilizar dos cucharas normales, una para cargar y otra para empujar hacia el aceite.
Al principio el buñuelo se hundirá, luego comenzará a flotar bufándose como un pez globo y con toda probabilidad la magia surgirá y girará solo, friéndose uniformemente. En nuestras primeras pruebas no utilizamos levadura y esto no ocurría. Además la masa quedaba poco suelta y le costaba más cocinarse por dentro. Un poco de levadura solucionó el problema. ¿Están bien dorados? entonces se sacan y se ponen a escurrir sobre un plato con papel de cocina absorbente. No os asustéis si sufren un "gatillazo" y empiezan a desinflarse al enfriarse. Es normal y parte de la naturaleza, triste pero cierto.
EL RELLENO Admitidlo, no os gusta leer y si habéis llegado hasta aquí ¡enhorabuena!, pero en este momento no vamos a entrar en cómo elaborar una crema para rellenar nuestros buñuelos. Como hemos dicho antes podéis inyectarles cualquier cosa que os guste y en este caso nosotros hemos utilizado las cremas preparadas Delitcrem Vainilla Horno y Chococrem Delit Inyect que hemos podido probar como parte del lote de productos que ganamos en el concurso de fotografía.
Algún día haremos un análisis de estas cremas, pero por el momento quedaos con que se han convertido en uno de esos productos "must have" de nuestra cocina, y que superan con creces todas nuestras expectativas de sabor y sencillez de uso. Nada que ver con esos polvos que venden para hacer crema pastelera. Son, simplemente, espectaculares.
Cargad una manga pastelera con la crema y proceded a apuñalar a vuestro pobre y fofo buñuelo de viento, e insufladle una nueva vida en forma de crema pastelera. Cuando escribía en GreenSouth.net, ya defendía que un buñuelo es bueno si te lo lanzan a la cabeza y es capaz de dejarte inconsciente. En este caso rellenadlo hasta que vuestra propia conciencia os diga "¡basta!". Tampoco os paséis, si empieza a exudar crema es posible que os hayáis pasado.
Podéis utilizar una boquilla fina para poder atravesar el buñuelo con facilidad, o ayudaros con un cuchillo o unas tijeras para realizar la primera incisión.
Finalizad espolverándolos con azúcar glass justo antes de servirlos. En este momento el buñuelo estará más sediento que vosotros después de comerlo, así que cualquier cosa que roce su superficie lo absorberá. Eso incluye el azúcar glass. Si queréis que queden bonitos, espolvoreadlo justo antes o simplemente desaparecerá.
EPÍLOGO ¿Epílogo? esto no es un libro, pero ahora pensad en el maldito dineral que os habréis ahorrado. Los resultados serán espectaculares y tanto el aspecto como el sabor no desmerecerá nada y será prácticamente igual a lo que estáis acostumbrados.
¿Trabajo? no resulta especialmente difícil hacerlos y una vez cojáis el ritmo será como pegar sellos en los sobres para un mailing, o coser carteras en un taller clandestino.
Como siempre, queremos verlo, ver como lo hacéis y vuestros resultados. ¡Enjoy the Buñuelos!