El local es regentado por Menchu Cabrero en sala, donde es fácil ver su amplio conocimiento y pasión por los vinos y Gustavo Pérez, cocinero que ya obtuvo una estrella Michelín. Su andadura en la calle Menéndez Pelayo en Santander es reciente, ya que antes podíamos encontrarles en La Nueva Torruca en Quijas, un cambio destinado a dar un impulso a su cocina dándola a conocer a un público más amplio situándose en una ubicación más accesible.
El restaurante tiene dos plantas: en la baja encontramos la barra y un pequeño comedor y en la planta superior está el comedor principal, con mesas bien vestidas e iluminación adecuada.
Su cocina, como ellos mismo la definen, es sincera. Toques de autor, elegante, colorida y con buen trato a un producto de temporada.
Como aperitivo de la casa nos presentaron un gazpacho con bonito y cereza. Agradable de sabor y textura, lo prefiero sin pescado.
Pedimos dos entrantes que fueron emplatados individualmente en lugar de servirlos al centro de la mesa, algo que personalmente me gusta y me hace mirar con mejores ojos ya que deja entrever atención al detalle.
La primera, manos y morros de cerdo. Yo que no soy muy fan de estas texturas gelatinosas lo terminé sin rechistar, perfectamente deshuesados y guisados con mucho sabor.
La segunda, carrilleras escabechadas en ensalada con trigueros y setas. Un plato bien presentado, colorido y vistoso al ojo. Escabeche suave y sabor agradable para una pieza que nunca había probado en esta preparación.
Le siguió un atún en tataki, producto de buena calidad con un buen corte y una salsa a base de soja que no enmascaraba el sabor del mismo.
Acompañamos la cena con un Dorado Natural 2011 recomendado por Menchu. En mi caso ya lo había probado, pero como mi acompañante no lo conocía y dado que a mí me parece un vinazo, decidimos aceptar la recomendación. Vinho verde elaborado en Portugal con uva albariño y sin sulfuroso. Un vino seco y mineral, y como el resto de vinos de la bodega, alejado de lo "típico", un placer para los que nos gusta probar cosas diferentes.
Como postre, chocolate en diferentes texturas: bizcocho tibio, cremoso y migas. Aunque no soy muy aficionada al chocolate, la preparación era agradable y de considerable tamaño.
Para cerrar la cena, Don PX 2012 de bodegas Toro Albalá, servido fresco.
Espero con interés sus nuevos proyectos, seguro que llegarán lejos. Y si os decidís a visitarles, no dudéis en dejaros aconsejar por ellos, ¡no fallaréis! Yo en la próxima visita, me apunto al menú degustación "Cocina Sincera".
Bocados de Mundo
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