¿Te gusta el café? Explota todo su sabor y aroma con estas recetas y usos creativos


No hay nada más tradicional que un buen café por la mañana. Esta bebida ayuda a despertar a cientos de millones de personas en el mundo que necesitan su dosis diaria de cafeína para comenzar activos el día.

Además, esta bebida es consumida no solo a primera hora de la jornada, sino también durante todo el día, habiendo incluso personas que toman cuatro o cinco tazas al día. Su capacidad adictiva ayuda a ello, pero también su aroma y sabor intenso.

Tal es la pasión por el café que hasta en la industria de la hostelería, restauración y gastronomía existe un oficio propio para los expertos en café, el de barista. Estos profesionales son conocedores a la perfección de este grano, sus variedades y sus capacidades para combinar con otras esencias y licores.

De eso justo os hablamos hoy, aunque no a nivel de barista, de las capacidades que tiene este producto en el mundo de la gastronomía y la cocina en general. Lo traemos a colación también por una razón clave, en los últimos años han ido ganando mucha fama las cafeteras espresso y las automáticas, de modo que si quieres saber más de café y cafeteras, te recomiendo revisar esta web.

¿Qué podemos hacer con el café más allá de tomarlo como infusión?

El café es un producto que destaca por su aroma y su sabor. De hecho, en muchos comercios se utiliza como estrategia de marketing olfativo, ya que se trata de un olor muy agradable. En la industria cosmética también se utiliza como componente de cremas, mascarillas e incluso se pueden elaborar productos caseros a partir de café para eliminar células muertas por su capacidad antioxidante.

La potencia de su aroma es igualmente una propiedad que permite que este alimento sea válido como neutralizador de malos olores en el frigorífico. La comida que se acumula en la nevera, especialmente las recetas condimentadas o el pescado, puede resultar desagradable al olfato. El café, como hacen otros alimentos como los cítricos, ayudan a absorber esos malos olores.

La fragancia o el olor a café recién hecho es de gran utilidad para aromatizar espacios, de hecho, algunos locales lo utilizan como estrategia de marketing olfativo. Esta práctica, como bien saben los baristas, puede ser utilizada también en cocina para preparar salsas, postres, bombones, helados e incluso recetas saladas, donde se puede sacar a relucir su característico sabor amargo.

Recetas sorprendentes con café, salsa mole

Más allá de los tradicionales helados y batidos de café, algo que es ya muy tradicional, o el tiramisú, uno de los postres italianos más conocidos y que lleva café en su preparación, no mucha gente cae en la cuenta de que este producto es también muy válido para preparar recetas de carácter salado.

La salsa mole, original de México, lleva café en su preparación y se acompaña de chocolate negro, caldo de carne, galletas, cebolla, ajo, chile fresco (sin pepitas) y aceite de oliva virgen. Su preparación es muy sencilla, basta con calentar el café con el caldo de carne y añadir el chocolate troceado para que se funda.

La cebolla y el ajo los rehogamos en una sartén con aceite de oliva al tiempo que cocemos los chiles. Al sofrito debemos añadirle las galletas troceadas y las cocinamos durante unos minutos.

El siguiente paso es triturar todas las verduras junto con el café, el chocolate, las galletas y los chiles y lo doramos todo en una sartén con un poco de aceite de oliva. Si queda la salsa muy espesa, se le puede añadir un poco más de líquido: café, agua o caldo. El mole es perfecto para acompañar unas costillas al horno y que queden muy melosas.

Panna Cotta de café, todo un clásico

El tiramisú no es el único postre italiano que se sirve de esta bebida para su elaboración. Debemos saber que, además de sus beneficios para la salud, el café es muy útil y práctico para determinadas recetas.

En el caso de la Panna Cotta, los ingredientes necesarios son nata (crema de leche) para cocinar, gelatina para hidratar, leche, café expresso, azúcar glas, azúcar de vainilla y cacao en polvo. Esta variante es especial, no es la clásica, de ahí la inclusión de estos ingredientes.

El primer paso en cocina es remojar tres hojas de gelatina en agua para que se pongan blandas. Al mismo tiempo vamos calentando en un cazo el azúcar, el azúcar de vainilla, la nata (crema de leche), la leche y el café hasta que hierva todo, momento en el cual se aparta del fuego.

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