Según la tradición granadina, el abad del monasterio invitaba a almorzar cordero al horno a las autoridades locales de Granada precisamente el día 1 de Febrero, día del Santo Patrón. Cuenta la leyenda que a principio del pasado siglo, unos ladrones aprovecharon la noche del día anterior a San Cecilio para robar todos los corderos preparados para la ocasión y que se encontraban oreando en el patio de la cocina. Cuando a la mañana siguiente y tras la misa, el abad quiso colocar los corderos en el horno descubrió el robo. Sin amilanarse ante la perspectiva de un desastre gastronómico (en el pasado, el día del patrón cerraba todo el comercio a cal y canto), el abad se dirigió a la fresquera del monasterio buscando algo para almorzar junto a las autoridades. Allí descubrió los sesos y criadillas de los corderos, un gran hueso de vaca preparado para hacer caldos y algunas docenas de huevos. El abad del Sacromonte pensó en realizar una tortilla con todos estos ingredientes y de este modo resolvió el conflicto.
Se habrán cocido previamente las criadillas en un recipiente con agua y unas hojas de laurel. Lavados los sesos, pasarlos por una sartén. Trocear las criadillas y añadirlas a los huevos batidos y los sesos. Dispóngase de una sartén profunda para que la tortilla resulte jugosa. Es ilustrativo referir que el granadino cuando quiere agasajar al forastero, lo invita en la calle a esta tortilla, pues ni es guiso casero, ni suele consumirse en la familia.
Sartén de la foto; BRA INFINITY con mango extraible
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