En ésta época en la que el buen tiempo y el calor llegan a trompicones, me gusta tener en el frigorífico, productos que me complementen las comidas y aperitivos que sorprendan cuando los amigos llevan sin avisar.
Esta semana compartiré con vosotros cómo aso unos pimientos morrones en el horno convencional.
Además de su color brillante, sabor dulce y textura aterciopelada, los pimientos rojos asados son una adición para un plato repleto de beneficios nutricionales. Fáciles de añadir a cualquier número de platos, incluyendo pastas, sopas y ensaladas se conservan maravillosamente en el frigorífico asados y aliñados.
Pondremos los pimientos lavados y secados sobre una bandeja de horno, que habremos forrado con papel sulfurizado.
Con un pincel, barnizaremos con un poco de aceite y añadiremos una pizca de sal.
Tendremos el horno precalentado a 200º calor arriba y abajo e introduciremos la bandeja en el mismo hasta que los pimientos decaigan.
Esperaremos a que se enfríen y procederemos a quitarles la piel y las semillas.
Iremos haciendo tiras no demasiado finas y depositando en un recipiente que vayamos a usar para conservarlo en el frigorífico. Si queréis hacerlos en conserva, tenéis que esterilizar los frascos y añadir al frasco un poco del jugo que los pimientos hayan soltado.
El jugo que han soltado los pimientos mientras se asaban, lo pongo en el fondo del recipiente y a continuación voy superponiendo las tiras de pimientos.
Para que se conserven bien y sólo tenga que añadirlos a nuestros platos, suelo añadirles un chorro generoso de aceite de oliva.
¿Qué os parece?.
Os aseguro que es un buen recurso para tener en vuestra nevera, y cualquier noche con un huevo duro y una cebolleta tierna en trozos pequeños puede ser una maravillosa cena.
¿Solías asar pimientos?
BUEN FIN DE SEMANA