Parece que ya va llegando el buen tiempo. No nos engañemos, en el norte está costando pero ya se deja ver.
Ésto hace que me anime a hacer comidas que en su elaboración no necesitan horno . La entrada anterior ya hice una crema de castañas y mascarpone y ésta va a ser aún más sencilla y sin necesidad de sudar como en una sauna.
Nosotros comemos muchos yogures y me apetecía bastante hacerlo en casa pero sinceramente, el mero hecho de pensar en comprar una yogurtera me echaba para atrás. He valorado que mi cocina no es muy grande y además, por poco que consuma el aparatejo, tiene que estar enchufado toda la noche. En mi opinión todo son desventajas.
Estuve indagando en internet y vi que mucha gente hace sus yogures envolviendo el recipiente en mantas y guardándolos después en el horno. Uhmmmm….., sigo sin verlo. Y lo digo con todo el respeto.
Pero encontré la solución. Llenar la olla o cualquier cazuela de agua, calentar y vaciar. Después aprovechar el calor residual y guardar en el horno varias horas. Así, sí. Sencillísimo. Sólo hay que tener cuidado en el manejo de las temperaturas y el tiempo de reposo.
Si seguimos unas sencillas pautas la textura que resulta es perfecta, obtenemos un yogur cremoso y mucho más rico que los comprados. Y eso lo digo yo que como yogures como si me fuese la vida en ello.
Podemos hacerlo natural, de sabores, desnatado, semi desnatado o con toda la grasa. Como queramos. Admite todo tipo de yogures y leche. Y el último que nos quede lo podemos utilizar para hacer la siguiente tanda de yogur. Si no queremos no tenemos que volver a comprarlo.
Queda genial si lo comemos solo, también con mermelada, fruta fresca, cereales e incluso lo he mezclado con los restos de la crema de castañas que me sobró de la receta anterior.
Para hacerlo utilizo unos envases de yogur de 250 ml., me resultan monísimos porque tienen forma de lechera y son de vidrio con su propia tapa. La cantidad es perfecta para una merienda, una de esas noches en las que no apetece cenar mucho o cocinar. Como postre ya se hace demasiada cantidad pero como lo comparto preparando unos vasitos con frutas o mermelada, en realidad, se queda como un envase normal de 125 ml.
La mezcla restante la guardo en un táper de vidrio con su tapa de plástico y voy sacando la cantidad que necesito utilizar.
¿Queréis probar? ¡¡¡Nos ponemos el delantal!!!
Ingredientes:
– 2 yogures naturales
– 2 litros de leche semidesnatada
– 12 cucharaditas de postre de azúcar
Como siempre, disponemos ingredientes y utensilios para poder trabajar cómodos y sin agobios.
Lo primero que vamos a hacer es poner a calentar la leche en una cazuela y llevarla casi a ebullición. No tiene que hervir. En cuanto se cubra la superficie de burbujitas que no rompen lo habremos logrado.
Si usamos el termómetro, apartaremos del fuego al llegar a los 90ºC ó 95ºC.
Dejamos que vaya perdiendo calor y ponemos la olla rápida con 1/4 de su capacidad de agua al fuego y cuando ya suelte vapor y pite la apagamos sin retirarla de la placa.
Cuando la leche se encuentre ya entre los 40ºC – 45ºC podremos empezar a trabajar con ella.
Un consejo: en este momento enciendo el horno a 50ºC. Ya sé que dije que no iba a usarlo pero sólo van a ser unos minutos y nos servirá para crear un ambiente propicio para que se forme la textura del yogur. Apagamos en cuanto se alcance esa temperatura.
En un bol vaciamos los envases de yogur que estarán a temperatura ambiente
y le pondremos también dos cacillos de leche. Removemos con la varilla hasta que se integren.
Añadimos el azúcar.
Mezclamos hasta que se disuelva bien y vertemos el contenido del bol en la cazuela que tiene el resto de la leche. Removemos de nuevo hasta que quede un resultado totalmente homogéneo. En este momento lo repartimos en diferentes envases que podamos cerrar perfectamente.
Ahora volvemos a la olla que la teníamos olvidada, abrimos, vaciamos y sin perder tiempo, colocamos un paño en el interior.
Metemos los tarros bien cerrados y tapamos con su tapa que también estará caliente. De esta manera creamos una atmósfera cálida y hermética que nos servirá para que se espese el preparado.
Como hago cantidad suficiente para varios días, puse el resto del preparado en un hermético de vidrio con su tapa pero la cazuela en la que lo metí no queda cerrada hermética como la olla así que lo que hago es cerrarla bien con film alimentario transparente.
Y al horno que ya lo tengo apagado y a 50ºC.
Ahora es todo cuestión de paciencia. Si podéis, tenerlo 12 horas en el horno con la puerta cerrada a cal y canto, no vale abrir porque perdería temperatura, pues genial. Recomiendo hacerlo por la noche y no tener prisa por la mañana para sacarlo.
Cuando lo saquemos del horno lo llevamos a la nevera y en unas dos o tres horas estará perfecto para consumir.
Ya sólo queda disfrutar.
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