Que no, que no hemos desaparecido ni nos han secuestrado los ganadores del del sorteo, simplemente estamos sufriendo la resaca de los contratos de verano de la sanidad pública. Esos en los que Mariades desaparece de la cocina y reaparece en un hospital portando un desfibrilador, un bolsillo lleno de herramientas para hacer daño y una manga pastelera. Porque -a veces- mezcla conceptos y a menudo termina sondando con una boquilla gorda de estrella.... bien gorda.... tan gorda que se te descuelgan los riñones por una uretra dolorida y dada de sí. Temblad si la veis aparecer.Y eso sólo lleva al desastre. Un caos de ansiedad y estrés cuando nuestros monas egocéntricas y terriblemente ambiciosas enloquecen por convertirse en hembra alfa. Nos arrojan excrementos desde las jaulas y se niegan a hornear. Tienen carácter las muy cerdas y eso mina la productividad y reduce nuestra actividad al mínimo.
Es un asco. Pero aún tenemos un par de balas en la recámara, en forma de galletas.
¿Qué podemos decir? Nos encantan las dos y ambas exigen un nivel concentración dignas de un maestro Samurai. ¿Os dejaríais coser por una persona capaz de dominar el pincel, la manga pastelera y el anís tintado con ese pulso? Yo sí.